Habitación 824 del Hospital Universitario Central de Asturias. Martes, 28 de noviembre de 2017. Son las nueve y veinte de la mañana y el langreano Juan Pruneda se prepara para ser conducido al quirófano y operarse de un aneurisma cerebral. Es la misma dolencia que hace años se llevó por delante a un hermano. La espera para operarse ha sido larga. Han pasado siete meses desde que, en abril, los médicos anunciaron a este trabajador de la construcción de 59 años que tendría que pasar por el quirófano. La puerta de la habitación se abre, pero no vienen a buscar a Pruneda. Los médicos le informan de que no hay anestesistas disponibles para su intervención, que queda suspendida. El paciente de La Felguera regresa a su casa. Toca seguir esperando.

Juan Pruneda echa la vista atrás para relatar el episodio vivido en el hospital y una frase se repite de forma constante: "Estoy desesperado; tengo miedo de lo que pueda pasar". El aplazamiento de la operación a la que debía someterse es la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de este langreano, que en 2013 ya se operó de dos aneurismas en el cerebro. El aneurisma es una dilatación localizada de un vaso sanguíneo causada por el debilitamiento de sus paredes, que puede ocasionar una hemorragia interna. "En enero de este año me hicieron una prueba de control y detectaron que tenía una dilatación de dos milímetros en uno de los aneurismas de los que había sido operado. Me dijeron que había que valorar la técnica a emplear: la aplicación de una sustancia por vía inguinal para soldar la vena o mediante la apertura directa de la zona del cráneo. Quedaron en que me avisarían en mes y medio, pero no lo hicieron hasta abril".

Ese mes se acordó que sería una intervención directa en la cabeza para alcanzar la zona afectada: "De nuevo me dijeron que llamarían pronto para operarme, en un plazo de un mes o así. Pero no lo hicieron hasta finales de noviembre, cuando llevaba ya siete meses esperando". El día 27 Pruneda ingreso en el HUCA, con la previsión de que sería intervenido a partir de las ocho de la mañana del día siguiente.

La operación no llegó a realizarse por la falta de anestesistas. "Me explicaron que un anestesista estaba de baja por enfermedad y que otro había tenido que hacer una intervención de urgencia la noche anterior. Me dieron a elegir entre quedar ingresado allí o irme a casa, pero dejándome claro que no me operarían hasta dos semanas después. Me fui a casa. En teoría me llamarán la próxima semana, pero ya no me fío".

Pruneda asegura que "esto es angustioso, apenas duermo por las noches y no sé qué va a pasar. Un hermano murió por un aneurisma y otra hermana y mi madre también tuvieron que operarse de lo mismo", explica este felguerino, para añadir a continuación: "Se trata de una operación bastante compleja como para que encima te digan que te vayas a casa a las puertas del quirófano porque no hay anestesistas. Sé que no es un problema de los médicos; el tema de que no haya gente suficiente es de los políticos y de los recortes, pero tendrían que darnos soluciones".