Sopa de remolacha, "pelmeni" y "draniki". Este es el menú que ayer prepararon un grupo de niños bielorrusos, en acogida durante la Navidad con familias asturianas a través de la asociación Humanitarios con la Infancia, para los lenenses que participan en el proyecto "Me como el mundo". Se trata de un taller en el que participan vecinos del concejo, procedentes de otros países, para compartir su cultura a través de la gastronomía.

Sasha Voitik, Hleb Makarevich e Iván Karatayeu son los niños del grupo. Las hermanas Veronika y Karyna Masevich son las niñas. Ellos cocinarán "pelmeni" y ellas sopa de remolacha y "draniki".

"Los pelmeni son pasta rellena de carne que se sirven con salsa 'smetana'. Es como salsa de leche agria", afirma Iván. Hleb y Sasha, mientras tanto, esperan a que el agua empiece a hervir. Justo en el momento de la ebullición, los tres vierten los "pelmeni" en la olla. "Estos son congelados porque no teníamos tiempo a hacerlos, pero en Bielorrusia a veces se hace la masa con harina y se rellenan con las manos", señala Sasha. Los sirven con la salsa "smetana".

Veronika y Karyna están aún atareadas. Han puesto ya la sopa de remolacha en el fuego: "Es un plato muy tradicional, se come sobre todo en invierno porque es muy buena para entrar en calor", señala la primera. La zona en la que viven, afectada por la catástrofe nuclear de Chernóbil, registra temperaturas de hasta veinte grados bajo cero cada invierno.

El otro plato que tienen listo son "draniki". Aunque los "pelmeni" y la sopa de remolacha son típicas en varios países del Este de Europa, el origen de los "draniki" es bielorruso. Según explica Veronika, "llevan harina, agua, aceite y requesón". Tienen una textura muy parecida a los frixuelos, que en Bielorrusia reciben el nombre de "blanik".

El último sabor bielorruso que queda por probar se sirve en vasos: es la bebida "kvas". "Está hecha de pan y agua", señalan los cocineros. Asistentes al evento procedentes de Sudamérica aseguran que es muy parecida a la bebida de malta. Los pequeños, de entre 10 y 13 años, ponen la mesa para los asistentes. Está todo listo, sólo falta probar el menú.