Siete años han pasado desde que la UE pusiera fecha al fin de la minería del carbón. Y durante ese período hasta hoy el sector minero ha ido adelgazando a pasos agigantados. En esta travesía hacia el final, el año 2012 pudo suponer un punto de inflexión. Meses después de que Mariano Rajoy llegase a la presidencia del Gobierno, el Ejecutivo central tomó medidas que lastraron al sector como recortes en las ayudas a la producción o la eliminación de fondos mineros. La respuesta fue contundente. La de 2012 ha sido la última gran movilización del sector y de las comarcas mineras españolas.
Hubo una huelga de casi dos meses, encierros en varios pozos a lo largo de la geografía española, con especial presencia en Asturias donde hubo hasta cuatro encierros, y una marcha minera de 21 días que culminaba con dos grandes manifestaciones en Madrid, una diurna, y otra nocturna, con las calles de la capital, iluminadas por las lámparas de los cascos de los mineros. Pese a la repercusión mediática de aquella protesta, el resultado no fue el esperado, y el tiempo pasó sin que llegase solución para la minería del carbón, que año a año ha seguido perdiendo peso en forma de trabajadores.
Hoy apenas queda tiempo para la reacción. Lejos quedan los 20.000 empleos directos que generaba la minería. Pero los 2.000 que hoy quedan quieren seguir manteniendo un sector sin el que España perdería su único combustible fósil autóctono.