"Más leña, más leña". Sandra Fernández alienta a su marido, Francisco Javier García, para mantener con vida la cocina de carbón. Es la única fuente de calor que ayer tuvieron, desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, en su bar de Espinedo (Lena). Todo el valle del Huerna se quedó a oscuras, sin electricidad y con muy mala cobertura para el teléfono móvil, por un daño que se produjo durante las obras del mantenimiento de la red. "Nos habían avisado de un corte puntual, pero no de que iban a ser nueve horas. Estamos en invierno, a cinco grados, esto parece la Edad Media", clamó la portavoz vecinal del parque natural de las Ubiñas, Auri Villar.

Los vecinos se levantaron de la cama ya sin electricidad, pero creyeron que se trataba de un corte puntual: "Siempre que recibimos estos avisos, se cumplen a rajatabla. Hay un corte que no llega ni a tres horas y luego volvemos a la normalidad", señaló Villar. Pero las horas fueron pasando y el servicio seguía cortado.

Cada hora más oscuro, cada hora más frío y cada hora más nervios. "Muchos vecinos se han visto sin calefacción, sin vitrocerámica y sin agua caliente", señaló Villar. Los que mejor sortearon el día fueron los que tenían cocina de carbón: "Esto sí que es la reserva estratégica, para que luego quieran acabar con el sector", destacó con sorna la portavoz vecinal. Y otro bien preciado en los pueblos más altos: el arcón, en el que los vecinos guardan alimentos congelados para soportar bien el invierno.

Las casas lo pasaron mal, pero donde había nervios de verdad era en el bar de Espinedo. El establecimiento, muy próximo al parque natural de las Ubiñas, no dejaba ayer de recibir senderistas: "Han venido hoy más que en todo el invierno", afirmó Sandra Fernández, propietaria del establecimiento junto a su marido. Y los problemas empezaron pronto: "Nos quedamos rápido sin pan. No podíamos descongelar nada en el microondas". Tampoco pudieron usar la máquina para cortar el embutido. Para las comidas, fueron tirando con el carbón y unos fogones de gas que tienen en la cocina del bar. El café, sin máquina a la vista, se sirvió de pota.

"Ha sido una vuelta al pasado en toda regla", bromearon los hosteleros. Aunque reconocieron que no tuvo gracia. Auri Villar se pasó media tarde al frío, buscando cobertura para hablar con la empresa encargada de las obras: "Si no devuelven el servicio, nos congelaremos por la noche", afirmó. Restablecieron el servicio poco antes de las seis de la tarde. Eso sí, los clientes del bar de Espinedo quedaron contentos: "El café estaba muy bueno".