Si hay un postre tradicional asturiano en la época invernal, ese es la casadiella. Un dulce que en todas las casas se convierte en el rey durante las Navidades, y que en La Foz de Morcín compite por el trono con los Nabos. Por San Antón, patrono de la localidad morciniega, la Hermandad de La Probe organiza el "Concurso Mundial de Casadielles", que ayer llegó a su novena edición, con 37 piezas a concurso. Eso sí, no todas las probó el mismo jurado, ya que seleccionaron tres tribunales, uno para cada modalidad del certamen.

En la categoría de casadiellas caseras se presentaron hasta 17 piezas. La ganadora fue una vecina del concejo, Marigel García, que además del título mundial también se llevó el local, es decir, el campeón de Morcín. También hubo once casadielles profesionales. Y en este caso el premio viajó hasta Mieres, concretamente a Turón, ya que la elegida fue presentada por el bar del Hogar del Pensionista del valle turonés. Para finalizar, casi una decena, nueve en concreto, fueron las casadiellas que se presentaron en la modalidad de Escuelas de Hostelería. Y el triunfo mundial fue para César García, del IES Valle de Aller.

Pepe Sariego, uno de los promotores del certamen, destacaba ayer "la gran calidad de las piezas presentadas". "Cada día tenemos más cantidad y cada día hay más nivel entre los participantes", aseguraba el Cofrade Mayor de los Amigos de los Nabos.

Tal fue el nivel, que incluso se llegaron a presentar reinterpretaciones de la casadiella. Y es que la cocina es un arte en auge y la innovación culinaria llega a tradiciones ancestrales como este postre asturiano. "Taba muy rica, pero no se yo si se puede llamar casadiella", asegura uno de los encargados de probar esta creación que llegó de un alumno de la escuela de hostería de Gijón, que presentó un canutillo relleno del engrudo de la casadiella, y barnizado con caramelo.

San Antón en Morcín son más que casadielles. También es hermandad, compadreo, comidas familiares... A las doce tuvo lugar la procesión por las calles de la localidad y a continuación la misa en honor al patrón de La Foz. Y a la una de la tarde, la puya'l ramu. Una subasta en la que de nuevo se puso en liza un cerdo, que generalmente se suele adjudicar la Cofradía de los Nabos o la Hermandad de la Probe. Sin embargo, este año, el gochín quedó sin vender. "Como fue el único animal que se bendijo por San Antón, decidimos indultarlo", aseguraba jocoso Sariego.

Y tras la entrega de premios a los mejores casadielles, llegó el tiempo de los nabos, las comidas, las sobremesas y el ambiente festivo en una localidad que tiene en enero su mes más festivo del año.