-Deja el móvil ya.

Atención a esta advertencia, tan común en los hogares, porque puede ser una señal de alarma.

Los expertos avisan de que los niños y jóvenes cada vez usan más sus "smartphone" y lo hacen, en muchas ocasiones, de forma "irracional". Un estudio en el que han participado escolares de las Cuencas ha arrojado un resultado preocupante: la "inmensa mayoría" tiene un dispositivo para su uso personal y lo maneja durante una media de cuatro horas al día. Elisabeth Ortega, psicóloga experta en adicciones y directora del Centro de Rehabilitación en Drogodependencias (RED) de Mieres, considera que "en general grandes y pequeños hacemos un mal uso de la tecnología" y ofrece una serie de pautas para mejorar: dar un buen ejemplo y estar atentos a los comportamientos de los niños es una buena forma de empezar.

¿Hay una edad mínima para tener móvil? Seguro que muchos padres se han hecho esta pregunta. Ortega asegura que "existe cierta presión social en el uso de las tecnologías por parte de los niños". La experta afirma que, desde un punto de vista profesional y también personal, considera que la edad mínima es de 13 años: "Antes, los niños no tienen ningún control sobre el uso y pueden hacerse daño a sí mismos o a terceros".

Cuidado con las redes sociales. En este punto, Elisabeth Ortega afirma que "los niños pueden establecer contacto con personas desconocidas, pueden hablar con un señor de cuarenta años que se hace pasar por una niña de trece". Además, Ortega alerta de los comentarios que pueden plasmar en sus perfiles: "Puede ser un comentario que en el día a día no lleva a ninguna parte, pero escrito en una red social puede hacer mucho daño a otra persona".

Las redes sociales y los chats (WhatsApp a la cabeza) son las aplicaciones que más usan los jóvenes. Les siguen las reproducciones de vídeo o audio y, en tercer lugar, la búsqueda de información. En cuanto al tiempo de uso, Elisabeth Ortega es rotunda: "Cuatro horas es una barbaridad, se mire por donde se mire. Dos horas, espaciadas en ratos, ya me parecen mucho".

Tiempo de uso

Es difícil, reconoce la experta, fijar un tiempo de uso. Y más cuando, a su juicio, los adultos "también hacemos, en general, un uso poco racional". Lo primero, por tanto, es dar ejemplo limitando el acceso propio a los dispositivos: "No podemos negar que, en muchas ocasiones, muchos adultos nos podemos sentir incómodos sin conexión. Las nuevas tecnologías, en cierta forma, nos han absorbido", señaló.

Hay señales de alerta que indican que el joven de la casa pasa demasiadas horas frente a la pantalla de su "smartphone". Una de ellas es tener que insistir para que el niño deje el dispositivo. También un comportamiento dicotómico respecto al móvil: bienestar excesivo cuando tiene el dispositivo y enfado o tristeza cuando se ve privado de su uso. A un nivel social, los padres tienen que vigilar que el niño no abandone el contacto con su entorno, las actividades propias de su edad o si su rendimiento escolar empeora. Los efectos de un uso excesivo no se quedan en el comportamiento. A nivel físico, según la experta, pueden aparecer dolores de cabeza o dolencias oculares. También molestias en las muñecas, las manos, la espalda o el cuello.

Establecer normas generalizadas es difícil: "Cada familia tiene unos límites, es casi imposible dar con un manual de buenas prácticas". Lo que está claro, añadió, es que el acceso al dispositivo tiene que limitarse ante la aparición de cualquier señal de alarma. Si la situación va a mayores, Ortega recomienda pedir ayuda a un profesional.