Ismael González Arias es unos de los escritores más prolíficos del panorama literario asturiano. En la actualidad ejerce como director de la Casa de Cultura "Teodoro Cuesta" de Mieres y además compagina esta labor con la dirección de los programas de la televisión autonómica. El autor estuvo en el Centro de Artes Escénicas "Carlos Álvarez-Nóvoa" de La Felguera para hablar sobre "La tonada pura y los puristas" durante un acto que contó con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas y la organización del propio Centro de Artes Escénicas, ubicado en La Felguera.

González comenzó su intervención asegurando que "el concepto de música propia de un determinado lugar nace a partir del romanticismo, cuando surge la idea de patria tal y como la entendemos ahora y sobre esa base se hizo necesario ir sumando todas aquellas cosas que, como la lengua, el folklore o la música, logran dar consistencia al sentimiento de identidad inherente e inseparable del recién nacido concepto de nación". Por otra parte, subrayó el hecho de que "hasta la llegada de la industrialización, Asturias era un territorio puramente rural, si bien cuando empezó a haber dinero gracias a las fábricas y las minas, nacieron los chigres, que competían entre sí a ver donde se cantaba mejor". En ese tránsito del siglo diecinueve al veinte se produjo otra circunstancia que marcó un nuevo punto de inflexión: Edison descubrió los cilindros de cera y a partir de ese momento se empezó a grabar la voz humana, aunque de modo muy primario. "La primera grabación de canción asturiana de la que se tiene constancia es la que hizo Antonio Pozo, 'el Mochuelo', y se trata de una praviana cantada con acompañamiento de guitarra", aseguró.

La llegada de los discos de pizarra supuso otra pequeña gran revolución en las canciones asturianas y el modo de cantarlas, ya que al permitir llevar a cabo grabaciones de hasta tres minutos en lugar del minuto y medio que como mucho permitía la cera, "aparecieron nuevos estribillos que se añadieron a las canciones para hacerlas más largas", aseguró Arias, que también destacó la importancia de músicos como Víctor Sáenz, Anselmo del Valle Eduardo Martínez Torner o Juan Martínez Abades. Todos ellos, según expresó, "marcaron una época y crearon una serie de canciones originales y arreglos tan bellos que a día de hoy se siguen cantando".

"Cuando alguien dice que se está desvirtuando la tonada y reclama que hay que volver a la pureza, me acuerdo de quienes con la misma vehemencia defendieron que el flamenco o incluso el fado volviesen a ser puros y me pregunto acerca de la clase de pureza que están buscando", planteó. De hecho, se mostró convencido de que "regresar a la tonada pura implicaría volver a lo que se hacía en el siglo XIX, obviando la evolución hasta la actualidad, propia de un género vivo". Y es que, según Ismael González, "la grandeza de la tonada reside precisamente en su impureza, porque en el fondo no es otra cosa que una manera de cantar y por tanto, hasta un tema de Malú o de Sabina podrían perfectamente ser interpretados como una canción de tonada".