Veinticinco años atrás dejaba de salir carbón del pozo Entrego, que tenía entonces 450 mineros en la plantilla. Ahora, sobre las galerías mineras, trabajan 350 personas en el centro de empresas tecnológicas. "Si, como aquí, se hubiese logrado mantener los puestos que se perdían en otras actividades no estaríamos en esta situación", aseguraron Horacio Fernández Velasco y Juan José Vallina, dos de los noventa extrabajadores de la explotación minera que ayer se reunieron para celebrar el cuarto de siglo del cierre del pozo. Sin embargo, la reconversión "no funcionó" y el futuro se ve "oscuro" para la minería del carbón, señalan a unos metros del castillete del pozo Entrego, que da sombra al centro tecnológico, al "ratón" que sucedió al "carbón", un ejemplo solitario del modelo de cambio que predicaba el que fue presidente del Principado Vicente Álvarez Areces.

"Por ese camino -el de la tecnología, ciencia e innovación- tenemos que seguir trabajando", aseguró el alcalde de San Martín del Rey Aurelio, Enrique Fernández, en el acto que se celebró en los soportales del edificio TIC. El 1 de marzo de 1993 la explotación minera de El Entrego quedó sin uso. En el recuerdo de los trabajadores quedan "el compañerismo y las fatigas que pasamos", indicó Fernández Velasco. Fue la primera explotación vertical de la cuenca central asturiana, en competencia con el pozo Fondón, y perteneció a la empresa Nespral y Compañía, que en 1969 se integró en Hunosa. Los trabajos para la primera profundización, que llegaría a los 73 metros, se iniciaron en 1909. El 18 de abril de ese año "perdió la vida Zacarías San José Marcos al caerle encima una cuba de evacuar escombros", aseguró Melchor Fernández, exdirector de LA NUEVA ESPAÑA, que repasó, en el acto, la historia del pozo. En dos fases posteriores, finalizadas en 1950, se llegó a los 406 metros de profundidad. La máxima producción de Nespral y Compañía en los pozos Entrego y Sorriego, que estaban comunicados, "se alcanzó en 1967 con 162.000 toneladas", apuntó Fernández. La plantilla alcanzó los 750 empleados.

En el acto se rindió homenaje a los mineros que fallecieron en la explotación, que en la época en que dependió de Hunosa ascendieron a diecisiete. Manuel González Ramos fue uno de ellos y su hijo Vicente realizó, emocionado, la ofrenda floral. También se distinguió a Maximino Canga y Ramón Pandiella.