Cuando Klaus García tenía doce años, los Reyes Magos le trajeron un bastón y una fiambrera. Era lo único que escribió en la carta: cosas que necesitaba para ir con su padre al monte. "Era un gran amante de la montaña desde guaje", afirmaban ayer en Veneros. Todos recordaban la anécdota de cuando el pequeño (con trece años), junto a su hermana, dos amigos y su padre, se perdió en el monte.

El padre de Klaus, José María García, junto a los pequeños montañeros, narró para LA NUEVA ESPAÑA su experiencia. Ocurrió en el año 2002, cuando el grupo se vio sorprendido por una tormenta de nieve en el ascenso a la cima del Tiatordos. Iban bien preparados, abrigados y con víveres, y los localizaron seis horas después de que se desorientaran.

Miguel Fernández, alcalde de Caso y entonces voluntario de Protección Civil, afirmó que "ya se veía que Klaus era un amante de la montaña, cuando los fuimos a buscar estaba radiante". No estaba asustado, su padre era su héroe: "Miedo nada, no tenía. Taba el pitín con el pitu".