La Policía Nacional reactivó ayer de manera repentina la búsqueda de José María González, el empresario mierense que desapareció en 2009 en extrañas circunstancias y del que nada más volvió a saber su familia, que desde el primer momento manifestó su convencimiento de que no se trataba de una huida voluntaria, planteamiento que parece estar respaldado por las investigaciones. Los agentes encargados del caso desplegaron un amplio dispositivo sobre el terreno. El minucioso rastreo se circunscribió a una zona de viviendas concreta situada en las afueras de La Zoreda, en Oviedo. Se peinaron algunas fincas anexas. Esta delimitación tan concreta atestigua que los investigadores han encontrado nuevos indicios que sitúan a José María González en ese lugar en el momento en el que se le perdió la pista.

José María González, natural de Turón, tenía 57 años cuando desapareció hace ahora justo 9 años, concretamente el 30 de marzo de 2009. Minero retirado, fue también gerente de una empresa de ambulancias. La Comisaría de Mieres, avalada por un mandato judicial, ha retomado el caso en respuesta a las demandas de la familia y al considerar que hay indicios que hacen pensar que el cuerpo puede encontrarse en la zona donde se desarrolló el rastreo, conocida como Pasaje de Cabornio.

Este diario pudo confirmar que en este punto fue donde el día de su desaparición se perdió el rastro al teléfono móvil de José María González. La investigación tiene pruebas de que había acudido a una cita con un empresario lenense, que en su momento fue el principal sospechoso, aunque nunca se le llegó a detener, aunque sí se le interrogó en repetidas ocasiones.

La búsqueda realizada ayer por la Policía Nacional fue tan intensa como improductiva. No se encontró el cuerpo ni indicios sólidos que indiquen que pudiera haber sido enterrado en la zona. Un equipo del grupo Operativo de Intervenciones Técnicas, desplazado desde Madrid, rastreó dos fincas con modernos equipos de georradar, similares a los que se han utilizado, por ejemplo, en la búsqueda de Marta del Castillo, la joven sevillana desaparecida también en 2009.

Georradar y excavaciones

Igualmente, intervino la unidad de Subsuelo de Oviedo. Además de peinar el terreno con los equipos de georradar, se hicieron alrededor de media docena de excavaciones en varios puntos. Se utilizaron picos y palas y también martillos eléctricos. Los agentes bajaron a un pozo de agua en busca de indicios, pero no se logró ninguna prueba esclarecedora. Simplemente se hallaron algunas prendas de ropa que serán analizadas por los equipos judiciales. El operativo, lógicamente, no pasó desapercibido para los vecinos de esta tranquila zona.

Tanto la Policía como la familia de González están convencidos de que no desapareció por iniciativa propia. La hipótesis de que pudo haber sido asesinado está prácticamente asumida, tanto por los más allegados a la presunta víctima como por los responsables policiales que han llevado el caso. En su momento se le buscó en los lugares que frecuentaba, en cocheras de su propiedad y en una casa de Carcarosa, cerca de Turón, propiedad de su esposa y a la que solían acudir algunas veces para pasar el día en el campo. No se registraron movimientos en las cuentas bancarias de la familia, ni hubo indicios de preparativos que apuntasen a pensar en una huida voluntaria.