"Es complicado vivir tanto tiempo en esta situación. No acabar de conocer lo que sucedió y, si fuera necesario, tener un lugar donde saber que está tu ser querido, genera un gran desgaste emocional. Es algo que te acompaña casi permanentemente". La familia de José María González, aunque pueda sonar inapropiado, ha experimentado un cierto sentimiento de esperanza al conocer que la búsqueda se iba a reactivar tras varios años de "olvido". Nunca pensaron que la desaparición fuera voluntaria.

Lógicamente, desearían que José María González apareciera con vida, pero a estas alturas asumen que encontrar el cuerpo del jubilado mierense sería un descanso para todos. "Necesitamos avanzar. Si está muerto queremos poder llorarlo y pedir que los responsables paguen por lo que hicieron", señala la familia, que, pese al largo duelo contenido, mantiene sosiego, una calma, eso sí, envuelta en tristeza. Intuyen que a lo largo de estos últimos 9 años la Policía pudo en algunos momentos haber hecho algo más, pero en su ánimo no está pasar facturas, todo lo contrario. La familia remarcó ayer su agradecimiento a la Policía Nacional por el trabajo abordado: "Nos consta que es complicado desplazar desde Madrid a un equipo de alto nivel, como se ha hecho, y es algo que valoramos". También tiene palabras de agradecimiento para el jefe de la Comisaría de Mieres, Ignacio Ramón González-Cachón, y su equipo de colaboradores: "Han demostrado interés y, además, nos han deparado un buen trato personal".

José María González siempre fue una persona muy familiar. Casado y con dos hijas, tenía una vida bastante rutinaria. El día de su desaparición, tras pasar la mañana con su mujer, por la tarde salió a tomar un café y aseguró que volvería para la hora de la cena, a las diez y media de la noche. Desde entonces, todo es silencio en torno a este empresario, muy conocido en toda la comarca del Caudal, ya que primero trabajó como minero y luego estuvo al frente de una pequeña compañía de ambulancias. Ahora, 9 años después de ser visto por última vez, la Policía ha considerado necesario rastrear el lugar donde la señal de su teléfono móvil fue localizada antes de apagarse para siempre.