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Sin senda de Rioseco a Soto de Agues

Aparte del increíble trazado de la carretera pasando por el centro del pueblo de Villamorey y que por su configuración talmente parece el diseño de una "chicane" realizada sobre el circuito de un Gran Premio de Fórmula Uno, quiero hacer dos consideraciones en base a la "canibalización" del proyecto inicial, que elimina la prometida a la vez que tan esperada como necesaria, senda peatonal.

Una vez más, los principales afectados somos las personas mayores, sí los pensionistas, esos, los de la subida del 0,25 por ciento. En un porcentaje muy alto, aproximadamente el 82,62 por ciento de las personas que caminamos por esa carretera somos jubilados, camino del médico, del supermercado, trámites en el Ayuntamiento, del banco, etc., y que incluso en otros muchos casos lo hacemos por prescripción facultativa, dado que se nos recomienda pasear y lo tenemos que hacer por zonas llanas y de buen firme. Ahora el circular por las rectas de la nueva carretera con límite de velocidad señalizado en setenta kilómetros/hora implica compartir la misma con vehículos circulando a ochenta, noventa, tal vez más. Imposible moverse en tal escenario.

Pero aún hay más, me refiero al camping de caravanas que desde hace años está proyectado ubicar en Villamorey y en el que ya se han invertido varias decenas de miles de euros. Los campistas instalan su caravana y se mueven normalmente a pie. En el caso que nos ocupa resulta de obligado cumplimiento el ir a la Ruta del Alba, al área recreativa, a la piscina en verano, al banco, a la tienda, a comer, a cenar, al bar, etc.

Son ya varias las ocasiones en que a grupos de caravanas se les ha facilitado por parte del Ayuntamiento permiso temporal para acampar durante el fin de semana, y uno de los puntos que en general más ha llamado la atención eran sus veladas nocturnas en la terraza de algún bar. El regreso, por supuesto a pie. Lo expresado en el caso de los paseantes, se verán obligados a compartir la carretera y en ocasiones durante la noche con los vehículos circulando a insospechadas velocidades, un verdadero y peligroso riesgo.

No puedo alargarme con todo lo que pienso al respecto, por lo que me limitaré a una frase de nuestro recientemente muy llorado Forges: "Gensanta, ¡qué país!".

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