Tanto la familia del empresario mierense desaparecido en 2009 como la Policía Nacional confirmaron ayer que las labores de rastreo abordas el pasado miércoles en las inmediaciones de La Zoreda, en Oviedo, no han aportado avances significativos a la investigación. Lo único conseguido son unas vestimentas encontradas en una de las excavaciones realizadas. Esta ropa será analizada para intentar esclarecer su procedencia y descartar, si así fuera, que está relacionada con el caso.

La Policía Nacional reactivó el miércoles de manera repentina la búsqueda de José María González, el empresario mierense que desapareció en 2009 en extrañas circunstancias y que, todo indica, puso haber sido asesinado. Pese a que el operativo se cerró sin hallar pistas sobre el paradero del José María González, el simple hecho de que la juez haya ordenado la actuación pone de manifiesto que hay indicios suficientes para que el caso se mantenga abierto. Desde el primer instante se apuntó a un sospechoso principal, que llegó a estar imputado, pero al que nunca se llegó a detener. Se trata de un empresario de Lena al que el rastreo de los teléfonos móviles lo sitúa junto al desaparecido en la zona que el miércoles fue rastreada y donde se le perdió la pista a la presunta víctima.

José María González, natural de Turón, tenía 57 años cuando desapareció el 30 de marzo de 2009. Minero retirado, fue también gerente de una empresa de ambulancias. La Comisaría de Mieres, avalada por un mandato judicial, ha retomado el caso en respuesta a las demandas de la familia y al considerar que hay indicios que hacen pensar que el cuerpo podría encontrarse en la zona donde se desarrolló el rastreo, conocida como Pasaje de Cabornio. Los agentes encargados del caso desplegaron un amplio dispositivo sobre el terreno, con unidades de subsuelo y sistemas de georradar. El minucioso rastreo se circunscribió a una zona de viviendas concreta situada en las afueras de La Zoreda. Se peinaron algunas fincas anexas.

José María González trabajó en Minas de Figaredo y residía junto su familia en la calle La Vega, en Mieres. La tarde en que fue visto por última vez le dijo a su esposa que iba a tomar un café con un amigo y que regresaría para cenar. Nunca más se supo de él.