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De lo nuestro | Historias heterodoxas

La soledad del SOMA

La fundación del Sindicato de Obreros Mineros de Asturias - por parte de Manuel Llaneza y su inclusión posteriormente en la UGT

La soledad del SOMA

La fecha del lunes 11 de marzo de 2018 acaba de sumarse a aquellas que van marcando los hitos del sindicalismo en este país, porque los afiliados al Sindicato de Obreros Mineros de Asturias (SOMA) han decidido romper su vinculación con la Unión General de Trabajadores (UGT) después de más de un siglo de matrimonio; aunque como sucede en la mayor parte de los divorcios, siempre queda la esperanza de la reconciliación.

La crisis ya venía fraguándose desde hace tiempo, aunque el detonante ha sido un hecho concreto; pero antes de nada, me veo en la obligación de traducirles una pequeña sopa de letras para que ustedes puedan seguir bien el hilo de esta historia. Ya hemos visto lo que significan las siglas SOMA y UGT; de otra parte FITAG era la Federación de Industria y Trabajadores Agrarios; MCA son las iniciales de Metal, Construcción y Afines, y por último FICA es la Federación de Industria, Construcción y Agro.

Pues bien, el 10 de noviembre de 2017 se puso en marcha UGT-FICA como resultado de una asamblea en la que se consumó la fusión entre el SOMA-FITAG y la MCA, con la ausencia voluntaria del SOMA, que no acudió a la convocatoria porque después de mirar tres veces las iniciales propuestas los mineros no supieron encontrar entre ellas ninguna que los representase, y además tampoco quedaron satisfechos con la propuesta de composición de los nuevos órganos de dirección ni con la pérdida de alguna de sus atribuciones.

A la mañana siguiente, su descontento aumentó cuando se desayunaron con la frase lapidaria que había pronunciado Javier Fernández Lanero, el secretario general de UGT de Asturias: "Aquí se constituye una gran federación que va a tirar para adelante y el que se quiera subir al tren montará y el que no, se quedará fuera".

Como es lógico, desde ese momento las declaraciones se cruzaron entre los sindicalistas, pero sobre todo llamaron la atención las del burgalés Pedro Hojas, líder estatal de la UGT-FICA, quien no dudó en invocar al fundador del SOMA para apoyar sus argumentos: "Si Manuel Llaneza levantara la cabeza y oyera lo que algunos están diciendo...".

Les ruego que disculpen mi atrevimiento, pero atiendo desde esta página al llamamiento que se ha hecho a los historiadores para que mediemos en esta cuestión y, con la pequeña autoridad que me da el haber estudiado a Llaneza durante décadas, creo que la frase de Pedro Hojas debería completarse así: "Si Manuel Llaneza levantara la cabeza y oyera lo que algunos están diciendo, se preguntaría dónde están las siglas del SOMA".

Y como ese pensamiento también es mayoritario en el Sindicato Minero, la Asamblea Extraordinaria que tuvo lugar en la tarde del 11 de marzo en la Casa del Pueblo de Mieres, y a la que acudieron casi 500 afiliados, decidió por unanimidad seguir defendiendo su identidad.

Siempre he sido partidario de la unidad de la izquierda y, sin militar en organizaciones socialistas, me duele tanto como a ellos esta fractura, por eso hoy me siento en la obligación de puntualizar con datos otra afirmación más reciente, en este caso del secretario general de UGT, Pepe Álvarez, asturiano de Belmonte, quien tres días después de la Asamblea volvió a rememorar al fundador del SOMA: "Si Llaneza viera y viviera esta situación no daría crédito".

Aquí, nada que decir. Estoy totalmente de acuerdo: Llaneza no daría crédito. Aunque a renglón seguido Álvarez afirmó que el SOMA "nunca ha sido independiente porque Llaneza participó en la propia fundación de la UGT de Asturias" y esto es lo que quiero corregir a continuación.

El Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias se fundó efectivamente el 10 de noviembre de 1910 en Vegadotos con un primer Comité radicado en Mieres y encabezado por Manuel Llaneza, José de la Fuente, Eusebio Marcos, Laureano Carril, José Ramón Parrado, Aquilino Baragaño, José Prieto y Manuel Fernández, todos afiliados al Partido Socialista. Su objetivo era cambiar la estructura tradicional de sociedades de oficio con carácter local por una organización única y centralizada en toda la zona minera como aquella que Llaneza había visto funcionar con éxito durante su exilio en la cuenca francesa de Nord-Pas-de-Calais tras la "huelgona" de 1906.

El proyecto suponía anteponer el sindicato al partido y crear una caja centralizada, algo que no era novedad porque ya funcionaba en la Asociación General del Arte de Imprimir de Madrid desde su reorganización en 1909; así todas las cotizaciones iban al tesorero y cada sección solo retenía lo indispensable para sus gastos. Lo que no se había visto nunca era que el Comité Ejecutivo pasase a ser el único órgano con autoridad para convocar huelgas y negociar con la Patronal coordinando a todas las secciones, evitando de esta manera los movimientos en solitario que casi siempre fracasaban.

Con estas premisas se pidió el ingreso en la Unión General de Trabajadores, pero el proyecto de Llaneza fue visto con recelo por los dirigentes estatales, quienes antes de acceder a la solicitud exigieron que se disolviese la Agrupación de Mieres y además quedase la puerta abierta para admitir libremente a cualquier otra sociedad de mineros que lo solicitase desde otra población.

La cuestión de fondo era que la UGT todavía estaba anclada en un sindicalismo primitivo basado en las sociedades de oficio que reunían en cada localidad a obreros poco cualificados y trabajadores de pequeños y medianos talleres, mientras el Sindicato Minero se constituía para representar a todos los afiliados de una provincia, lo que daba vértigo por la fuerza que podía llegar a concentrarse al margen del Comité Nacional.

En 1910 UGT contaba con 41.000 afiliados y entre ellos casi el 50 por 100 cotizaban en la construcción. Detrás iban el sector de la madera, la metalurgia, la alimentación, la tipografía, el transporte e incluso el textil, pero la inclusión de esta organización minera en constante crecimiento constituía una incógnita.

Por fin, se accedió a la petición en una reunión celebrada el 9 de febrero de 1911, con lo que el SOMA se convirtió en el primer sindicato de industria que entró en la Unión General de Trabajadores, aunque todavía hubo que esperar unos meses para que la decisión tomase forma legal.

El 15 de mayo Manuel Llaneza salió de Mieres para representar al Sindicato Minero en el Congreso de la Unión General y en el que se iba a celebrar a renglón seguido para constituir la Federación Nacional de Mineros. Al dar la noticia, el diario El Noroeste reseñó que los días anteriores habían sido de prueba para los respectivos contadores de las secciones del sindicato, quienes se vieron apurados para extender los recibos de cotización a los innumerables obreros que constantemente y en grupos desfilaron por el salón del Centro Obrero pidiendo darse de alta.

También Llaneza se había preocupado de exponer previamente en una conferencia multitudinaria la importancia de la Federación Internacional de Mineros, que contaba ya con cerca de dos millones de federados, explicando el funcionamiento de las Federaciones Nacionales de Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania y Austria y las mejoras que habían alcanzado.

Ya en la Casa del Pueblo de Madrid, no tardó en verse la personalidad de los recién llegados. Llaneza se abstuvo a la hora de votar al nuevo Comité Federal, porque se determinó que debía residir en Bilbao en vez de Asturias. La medida se tomó porque la Federación Nacional de Mineros estaba controlada por Facundo Perezagua, un líder histórico que además no coincidía con la estrategia de Manuel Llaneza: él prefería las movilizaciones, mientras el asturiano, como sabemos bien en la Montaña Central, optó siempre por la negociación.

Las diferencias entre ambos fueron creciendo a medida que lo hacía la importancia del SOMA. El 16 de enero de 1913 se leyó en una sesión del Comité Nacional de una carta del Sindicato Minero de Mieres advirtiendo de que así no se podía progresar, y en el Congreso Minero de mayo de 1915 los asturianos se fueron, dejando a la FNM sin su apoyo principal, para volver a refundarla a principios de 1917 bajo el liderazgo del SOMA.

Los éxitos del Sindicato Minero permitieron pasar de 1.800 afiliados que cotizaban en agosto de 1911 a 28.883 en 1919, y su huella fue seguida por el Sindicato Obrero Metalúrgico de Asturias (SOMEA) fundado en 1913, que también tardó dos años en solicitar el ingreso en UGT, y por el Sindicato de Labradores Asturianos, que lo hizo en 1915. Manuel Llaneza lo consiguió gracias a su firmeza, por eso parece claro que en el momento actual él también habría dado un puñetazo sobre la mesa. Les deseo a sus sucesores que a ellos les salga bien estar siguiendo la misma estrategia.

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