La conflictividad laboral en las minas y el anhelo de una vida alejada de la asfixiante dictadura franquista empujó a muchos asturianos en la década de los sesenta del pasado siglo XX a buscar nuevos horizontes en países del centro y norte de Europa, donde el esfuerzo industrial por reconstruir el destrozo de la Segunda guerra mundial ofrecía variadas posibilidades de empleo. La localidad belga de Herstal fue uno de los muchos puntos sobre los que gravitó esta emigración. Hijos y nietos de estos desplazados regresaron ayer a Mieres para escenificar el hermanamiento que, entre ambas localidades, se concretó en octubre. Se trata de crear lazos de amistad y culturales entre ambas comunidades, pero también, como sostiene el alcalde de Herstal, el socialista Fréderic Daerden, de activar iniciativas provechosas en lo económico y formativo, como "intercambios entre escolares y acuerdos empresariales". La base para alcanzar estos objetivos se está poniendo estos días, con una visita institucional a Mieres.

Fréderic Daerden fue recibido ayer en el Ayuntamiento de Mieres por su homólogo local, Aníbal Vázquez. El regidor belga viajó acompañado de Michaël González, primer concejal de origen español elegido en Herstal, un municipio muy similar a Mieres en cuanto a tamaño, con unos 40.000 vecinos: "Actualmente son unos seiscientos los vecinos que mantienen la nacionalidad española, si bien la comunidad podría rozar los mil quinientos si se suman los descendientes que ya sólo tienen nacionalidad belga", señaló Michaël González, que se encuentra precisamente en ese grupo de sangre española y pasaporte belga. "Somos muchos ya los hijos de españoles que estamos totalmente integrados en Bélgica y que incluso no tenemos la nacionalidad española", señala el edil en un castellano despejado por completo de acento, evidencia de que los vínculos con España siguen intactas más allá de lo que ponga el documento de identidad.

Emigrantes

El hermanamiento entre Herstal y Mieres acentúa un vínculo cultural que palpita en la historia de muchas familias. José Antonio Cue fue un minero que vivió en Santa Marina hasta entrada la década de los sesenta. Participó activamente en las huelgas de 1962 y fue perseguido, como muchos otros, por su activa labor sindical. Cansado, cogió a su familia y se marchó a Bélgica, instalándose en Herstal. Su hija, Esmeralda Cue, estuvo ayer en el Ayuntamiento siendo testigo del hermanamiento de las dos ciudades que han marcado la historia de su familia. "Nos gusta mucho venir a Asturias para comer bien y disfrutar de la sidra", explicó Esperanza Cue, cuya presencia, junto a buena parte de su familia, en el acto institucional celebrado ayer en el Consistorio tuvo un origen totalmente fortuito: "Veníamos desde Lieja a pasar unos días en Asturias cuando nos encontramos con el alcalde en el avión y nos contó que iba para Mieres, por lo que decidimos acercarnos también nosotros".

Jornada "histórica"

Aníbal Vázquez calificó la jornada de ayer como "histórica" para el Ayuntamiento de Mieres: "Confío en que estemos ante el inicio de una fructífera andadura juntos que nos permita cambiar experiencias". Fréderic Daerden explicó que uno de los objetivos que se ha marcado es dar mayor visibilidad a la nutrida comunidad española asentada en Herstal. Por eso a principios de 2017 encargó a Michaël González que buscara una ciudad española con la que poder estrechar lazos a través de un hermanamiento.

El proceso de búsqueda acabó en Mieres por varias razones: "Estamos ante un acercamiento natural. Hay muchos puntos de encuentro", reseñó el regidor belga. "Somos poblaciones muy similares demográficamente, nosotros también tuvimos minas y el peso industrial en el territorio ha sido muy grande". El ensamblaje afecta también a las luchas del movimiento obrero: "Nosotros igualmente tuvimos una gran conflictividad en la década de los sesenta. Hubo combates sociales en las minas, pero sobre todo se articuló en Herstal un movimiento en defensa de la igualdad de género bajo el eslogan 'a trabajo igual, salario igual'". En este frente, Lieja parece ir algo por delante de Asturias. La principal de estas huelgas se desarrolló en 1966.

Herstal acogerá dentro de unas semanas una feria española. Se trata de una de las iniciativas que promueve el ayuntamiento local para anudar los lazos con el país de origen de muchos de sus vecinos: "Nuestro objetivo es que puedan establecerse intercambios en el ámbito escolar y que empresarios de ambas localidades se puedan encontrar para cruzar ideas y proyectos", subrayó Daerden. El regidor socialista afronta el reto de acercar a dos países cuyas relaciones diplomáticas se han visto en los últimos meses desestabilizadas por el conflicto catalán.

La presencia en Bélgica del ya detenido expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha generado también allí un estado de opinión: "En el norte de Bélgica también hay nacionalismo con los flamencos. La diferencia, a mi juicio, es que este desencuentro se vive de manera más democrática y pacífica que en España", señaló Daerden sin entrar en las causas que explican que Bélgica esté tan profundamente dividido en lo político y lo social. A partir de ahora, Herstal tendrá en Mieres un leal aliado donde lo identitario servirá para unir.