La "marcha por la renta básica, el paro y la precariedad laboral" partió el pasado 10 de marzo de León con destino a Madrid si bien la "columna asturiana" salió un día antes, para subir a pie el puerto de Pajares. Tres de sus integrantes, Miguel Ángel Fernández, Carmen Martín y Raquel Mlích estuvieron en la Casa de Cultura de La Felguera para hablar sobre su experiencia, en la charla-coloquio que con el título "Caminando hasta Madrid por la Renta Básica" organizó la tertulia langreana "Encuentros". El acto contó con la colaboración del Ayuntamiento de Langreo y el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas.

La protesta, convocada y organizada por el colectivo Marea Básica, exigía, fundamentalmente, que la cantidad que se cobra por desempleo y pensiones no contributivas no sea inferior a los 674 euros, y las reivindicaciones partieron bajo la premisa de la exigencia del cumplimiento de la Carta Social Europea, que establece que ningún ciudadano puede cobrar prestaciones o pensiones no contributivas por debajo del umbral de la pobreza, "algo que en España está muy por debajo de esta exigencia", destacó Miguel Ángel Fernández.

Según denunció el activista, "en nuestro país, la mayor parte de las prestaciones por desempleo y pensiones no contributivas están dotadas con 435 euros, que además se pagan por familia y no por persona, lo que conduce a muchos ciudadanos a una situación de pobreza y exclusión social". Fernández también puso de manifiesto que "la renta básica debe ser incondicional, individual y universal". Del mismo modo, recordó que "hay diez millones de españoles en paro o en precariedad laboral; fijar una renta básica y un salario mínimo digno es vital."

Carmen Martín tomó la palabra para rememorar la dureza de la marcha, que "coincidió con una climatología nefasta que nos hizo vivir experiencias tremendas, como el hecho de tener que dormir en pabellones o polideportivos que carecían de calefacción, con temperaturas que en algunos casos alcanzaron los siete grados bajo cero". Martín señaló que "había muchos integrantes de la marcha que carecían del equipamiento más básico pues sus condiciones económicas no les permitían hacerse con sacos de dormir, esterillas o incluso calzado adecuado y sin embargo, llegaron hasta Madrid, dando muestras de una fuerza y una voluntad tremendas".

Emociones

"La experiencia supuso vivir una montaña rusa de emociones" aseveró Martín. Y es que, tal y como expresó "lloramos de rabia, de alegría, hubo enfados, reconciliaciones, explosiones de ira y también poesía y canciones pero todo valió la pena".

Raquel Mlích fue la participante más joven de la expedición, y puso de relieve el papel de las mujeres en la marcha. "El 9 de marzo, un grupo de compañeras salimos a subir el Pajares porque la pobreza y la precariedad tienen cara de mujer y es urgente alcanzar la justicia social", esgrimió.