Pablo Sainz Villegas (Logroño, 1977) es uno de los guitarristas españoles más prestigiosos a nivel global. Asentado en Nueva York, el músico inició ayer una intensa triple jornada en Asturias. Por la mañana visitó los colegios Parque Infantil de Oviedo y CRA San Martín, en La Güeria (San Martín del Rey Aurelio), para ofrecer sendos conciertos didácticos. A las 19.00 horas, Sáinz Villegas estuvo en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA para impartir la conferencia "La guitarra o el arte de inspirar". Hoy actúa junto a la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA) en el Teatro Jovellanos de Gijón (20.00 horas); y mañana viernes repetirá con la formación asturiana en el Auditorio Príncipe Felipe (20.00 horas).

- Está pasando tres días muy intensos en Asturias.

-Así nos gusta trabajar, creando ecosistemas para ir más allá de la actuación. Tocar con la OSPA es el motivo principal de mi visita, pero la conferencia en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA me permitió charlar con el público, que me conozcan. Y los conciertos didácticos forman parte de mi asociación, "El legado de la música sin fronteras", que empecé en 2006 en la región fronteriza de Tijuana y San Diego. En estos años he tocado para más de 25.000 niños, reconciliando la faceta profesional con la social y que sean una.

- ¿De dónde le viene esta inquietud social?

-Cuando era niño empecé a tocar la guitarra a los seis años, y a los siete salí por primera vez al escenario. Me fascinó, así que a mis padres y a mí se nos ocurrió la idea de ir a una residencia de ancianos a tocar para ellos los fines de semana. Esta fue la simiente que, ya de adulto, floreció en "El legado de la música sin fronteras". En vez de a los ancianos, me dirigí a los niños y los jóvenes, que son como esponjas, para mostrarles el mundo mágico que es la música. Contarles historias, que crean imágenes y tienen unos valores y unas enseñanzas en las que yo creo como ser humano y la asociación promueve.

- ¿Cómo llevaba el ser un niño prodigio con sus responsabilidades escolares?

-Pues creciendo con unos padres maestros, las notas en el colegio ni se cuestionaban. Me levantaba muy temprano para poder practicar. Pero ese esfuerzo me permitía desarrollar todas las facetas que, en aquel entonces, eran muy importantes para mí, tanto los estudios reglados como los de guitarra. Cuando terminé el instituto me dediqué ya exclusivamente a la música, en un camino guiado por mis maestros.

- Ha destacado en alguna ocasión el ejemplo de Andrés Segovia.

-Aunque nunca le escuché en vivo, representa la universalidad de la guitarra y cómo un instrumento que es tan local y tan ligado a un país que es España se convirtió, por su versatilidad, en el instrumento de las Américas. Si vemos el tango en Argentina la "bossa nova" en Brasil, a los mariachis en México, el country, el blues, el jazz? siempre hay una guitarra. Andrés Segovia mantuvo su lado más clásico, pero tuvo la personalidad y la maestría de llevar la guitarra a la gente. Extenderla a través de todo el mundo y hacerla popular. La guitarra es la embajadora natural de nuestra cultura, y como guitarrista siento que mantengo viva esa antorcha, dando lo mejor de mí y transmitiendo nuestra historia, nuestros valores. Es lo que conozco, mis raíces. España, en ese sentido, representa históricamente un ejemplo de multiculturalidad, un puente entre África y Europa y entre el este y oeste, también por su herencia mediterránea. Esto le confiere a España una riqueza tradicional inigualable. Tener algo así en un país tan pequeño es una bella oportunidad de ser un modelo de convivencia.

- ¿Cómo logra acoplar el sonido de su guitarra al de una orquesta tan potente con la OSPA?

-Es mucho cuestión de técnica. Tuve la fortuna de tener profesores extraordinarios que se enfocaron muchísimo en la producción del sonido, de la mano derecha sobre todo. A través de esa técnica exploro los límites del instrumento, a nivel del pianísimo y esa invitación única que ofrece la guitarra, y los dramáticos fuertes, que también los tiene. Cada vez que toco con orquesta es presentar la guitarra altanera, extrovertida, esa es la personalidad con la que salgo al escenario y salgo a tocar con orquesta. A diferencia de cuando toco un recital, donde es una guitarra mucho más íntima, y una invitación a la cercanía. Cuando toco con orquesta y hay esta conversación, este diálogo, con la formación, yo lo veo tan dramático como el duelo de David y Goliat: esos extremos expresivos y sonoros de una orquesta con una guitarra crean un atractivo único. Luego por supuesto está el trabajo musical que se hace en los ensayos, y con el maestro Jaime Martín en este caso. Tocaremos un concierto bellísimo.