Hubo un tiempo -en las décadas de los años sesenta y setenta- en que miles de personas aprovechaban sus jornadas de descanso estival para coger el coche, el tren, el autobús o la bicicleta para ir hasta Laviana y darse un chapuzón en las aguas del río Nalón. La Chalana era entonces la playa de la comarca del Nalón y el gentío que atestaba la zona impresionaba. En una jornada del año 1963 llegaron a contabilizarse 15.000 bañistas. En La Chalana había unos vestuarios en unas casetas y una consigna para que la gente pudiera dejar la ropa. También se alquilaban bañadores y había hasta un pequeño trampolín de madera.

El auge de La Chalana llevó incluso a las autoridades franquistas a planear, a mediados de la década de los años sesenta, el desarrollo de un potente complejo turístico con la construcción de piscinas (una cubierta, que finalmente se hizo en Pénjamo), campos de deporte y zonas de recreo. Se proyectó una residencia con 400 plazas, cafetería, bar y restaurante; vestuarios múltiples; y zonas ajardinadas. Las instalaciones deportivas planificadas incluían piscina olímpica, otra infantil, dos pistas polideportivas, un campo de fútbol con pistas de atletismo, un frontón doble, tres boleras y un camping, así como el acondicionamiento del río. También un campo de hockey, tiro con arco, baloncesto, voleibol, tiro al plato y pabellón para cazadores. Finalmente, el complejo no se hizo realidad y sólo se ejecutó un pequeño parque infantil.

La bajada de caudal y los vertidos de aguas residuales de los núcleos próximos, antes de que se acometieran los saneamientos en la zona, provocaron que la zona no fuera apta para el baño y dejara de utilizarse como playa fluvial a finales de los ochenta.