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LIDIA FALCÓN | Escritora y presidenta del Partido Feminista de España

"La sentencia de 'la Manada' fue provocadora y de un machismo delirante"

"Los casos del juez que emitió el voto particular y del profesor de Santiago no son aislados; hay otros que piensan igual, pero no lo dicen"

Lidia Falcón, presidenta del Partido Feminista de España, ayer, en La Felguera. FERNANDO GEIJO

Lidia Falcón -abogada, periodista y escritora, fundadora y presidenta del Partido Feminista de España- estuvo ayer en La Felguera para ofrecer una charla sobre feminismo en el marco de la Semana Cultural "Dolores Ibárruri", organizada por el Partido Comunista. Falcón (Madrid, 1935) es autora de medio centenar de obras literarias que incluyen textos narrativos, ensayos, biografías y piezas teatrales. Ha visitado "muchas veces" la región, que "fue mi patria querida durante muchos años". "Vine a intentar hacer la revolución; y qué sitio mejor para hacerla que Asturias", apostilla.

- El Partido Feminista se constituyó en 1979 y sigue funcionado. Desde hace tres años, integrado en Izquierda Unida, ¿qué balance hace del camino recorrido?

-Desde que el feminismo se hizo mayoritario y salimos a las calles hemos transformado el país. De las condiciones en las que estaban las mujeres en la dictadura a la situación actual el cambio ha sido fundamental. Ahora estamos en un momento álgido del movimiento feminista y hay que dar un salto cualitativo. Hemos cambiado las leyes, las relaciones personales y la visión de la sexualidad, pero ahora se trata de gobernar. El feminismo tiene que tener poder político. Durante cuarenta años hemos estado en la calle con una pancarta. Estamos ante nuevos desafíos electorales y el feminismo tiene que estar ahí, en las listas, en los parlamentos y en los ayuntamientos. De lo contrario, esto se convierte en una esclerotización del trabajo. Somos el colectivo que tiene más víctimas y a eso hay que sumar los niños, los abusos y el acoso sexual, las diferencias salariales, la falta de protagonismo en la cultura y la economía... Eso no se puede seguir manteniendo. A mí no me gustaría dejar un mundo en el que mis hijas y mis nietas siguieran con una pancarta en la calle gritando que quieren igualdad de salarios. Estamos en un mundo muy cómodo. Nos podemos quejar de muchas carencias, pero vivimos muy bien. Y no digamos ya mirando a otros continentes. Después de nuestras tragedias, que también las hemos vivido, estamos en una época de remanso y eso también adormece. Ahora bien, hay que decir que el movimiento feminista es el más activo de todos.

- ¿Cómo debe organizarse esa conquista del poder político?

-Nuestro programa se ha aceptado totalmente en IU. El feminismo tiene que estar en la vanguardia del programa político y la campaña electoral. Y nuestras feministas tienen que estar en las listas en puestos en los que tengan posibilidad de ser elegidas. Ese es el primer paso. Yo espero que los hombres también sean feministas. No se trata de hacer un mundo segregado.

- Dentro de esa lucha este año se vivió un 8 de Marzo especialmente reivindicativo, con la primera huelga feminista de España, ¿ha supuesto un punto de inflexión?

-Todo es un continuo. Hace unos años, cuando el ministro Gallardón quiso cambiar la ley del aborto, la movilización fue impresionante y lo echamos. Eso no lo ha hecho ningún movimiento social. Pero esa respuesta social hay que saber aprovecharla. No se trata sólo de estar en las calles. En ese proceso hay un cambio interesantísimo que es la participación de los hombres en el feminismo, que en los setenta y ochenta era visto como una extravagancia de unas cuantas mujeres. Ahora es un programa y una visión de cambio del mundo que hombres y mujeres tenemos que asumir.

- Esa respuesta social también fue contundente al conocerse el fallo del caso de "la Manada", ¿cómo lo valora?

-El Poder Judicial es un poder sin renovar, en el que la democracia ha entrado muy poco. Desde la Transición no se hizo ninguna renovación. La hizo la biología porque muchos fueron muriéndose. Y son muy corporativistas. Como son así, dictaron una sentencia provocadora. Estábamos en plena hegemonía de la lucha feminista, con toda la indignación causada por tantos sufrimientos como hay, y dictaron esa sentencia. Y además, no sólo se indignaron, como han mostrado, sino que se sorprendieron. Como me dijeron a mí en la televisión hay que respetar las sentencias judiciales y a los jueces, pero los jueces deben respetarnos a nosotros. Y el respeto se conquista. Ustedes no merecen ningún respeto porque no se lo han merecido. Ustedes están en la etapa predemocrática e instalados en un machismo delirante. Las descripciones que hace la sentencia y las conclusiones que saca son delirantes. Dentro de 50 años o de 5.000 cuando se mire esto dirán cómo estaba aquella gente. Ha sido una provocación triste para la víctima y para muchas mujeres. Pero como todo tiene su contradicción, también ha supuesto un enardecimiento para darnos más fuerza para la lucha.

- ¿Hay que cambiar entonces la ley y la mentalidad de los jueces?

-Las leyes y las sentencias son muy eficaces para cambiar el pensamiento. Primero hay que cambiar el Código Penal, dada la tímida y absurda respuesta del ministro de Justicia y esta cosa que se le ocurrió decir sobre la conducta singular del juez (que emitió un voto singular en el que pedía la absolución de los procesados de "la Manada"). Pensar en el sistema anglosajón en el que los jueces se eligen no sé para que siglo sería. Y luego están los jurados populares, que sólo pueden sentenciar tres o cuatro casos. Las clases dirigentes estaban aterradas ante el hecho de que las fuese a juzgar el pueblo.

- A la polémica se han añadido las manifestaciones del profesor de la Universidad de Santiago que defiende a "la Manada", ¿cómo lo valora?

-Tenemos un corpus judicial y universitario, por citar estos dos, que habría que mirar qué criterio tienen de la democracia y la igualdad. Están en el siglo XVIII. Los casos de este juez y este profesor no son aislados, aunque sean muy extremosos. Son la punta del iceberg, pero debajo hay un corpus de catedráticos que piensan más o menos igual, pero no lo dicen. Está bien que salgan porque así los conocemos. Hay que analizar qué programas educativos tenemos, qué se ha hecho desde la Transición para recuperar la memoria histórica o el análisis de los que supone esta Monarquía, que es un sistema impuesto y arcaico. ¿Todo esto se enseña en las escuelas, los institutos y las universidades? En el caso de feminismo tiene que llegar a resolver esto, a cambiarlo. A romper las costuras de un régimen arcaico con unos resabios de tiranía. Hay un criterio patriarcal instalado de siglos atrás.

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