"La cultura viene siendo utilizada como arma por el capitalismo y el neoliberalismo", afirmó Alberto Santamaría (Torrelavega, 1974), en la presentación de su libro titulado "En los límites de lo posible. Política, cultura y capitalismo afectivo". El acto fue organizado por el Ayuntamiento de Mieres dentro del ciclo "Pensamiento crítico" y contó con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas. Introdujo al autor el concejal de Cultura mierense, Juan Ponte, que destacó de Santamaría su capacidad de crítica cultural y su conocimiento sobre temas marxistas. "El mensaje capitalista también ha impregnado el discurso de la izquierda", concluyó Ponte.

A continuación, Alberto Santamaría, profesor de Teoría del Arte en la Universidad de Salamanca, y que cultiva tanto la narrativa como la poesía, fue desgranando el contenido de su obra a partir del principio de que la cultura, antaño despreciada por el capitalismo, en la actualidad se ha convertido en una herramienta para la difusión de su mensaje. "A la derecha le interesa el debate sobre la estructura de los sentimientos, los afectos. Una cultura no sólo entendida como literatura, cine o teatro, sino como medio para diseñar qué se puede sentir", manifestó el autor, que alerta sobre la apropiación de elementos sentimentales y afectivos cuyo contenido es vaciado y devuelto a la sociedad. "Términos como felicidad, creatividad, imaginación o inteligencia emocional, son utilizados en el mensaje neoliberal para infundir el individualismo, la competitividad, la apatía política y la adaptación y adhesión a un sistema en el que el mercado lo es todo", explicó Santamaría, que ejemplificó su teoría con los mensajes habituales de las campañas publicitarias de las grandes corporaciones. "Vivimos en una democracia abrasada por el mercado, donde todo tiene un precio", lamentó en Mieres el autor, que entiende que el propósito final, para que el sistema funcione y se mantenga, es la generación de una apatía democrática que desconecte a la sociedad de la política.

"La democracia está al servicio del mercado, cuando debería ser al revés. Estamos saturados de mensajes de igualdad mientras que lo que se practica es la desigualdad", añadió, recordando la incapacidad de la izquierda para desarrollar imaginarios alternativos al "viscoso mensaje neoliberal" que acaba impregnando toda la sociedad. "El neoliberalismo, surgido en los años 30 en una escuela de negocios de Chicago, cuyos primeros impulsores fueron considerados unos 'chiflados', ha ido calando poco a poco, aprovechando oportunidades como fueron el mayo del 68 y la crisis del 73, hasta constituirse en la ideología dominante", relató el autor, que señaló cómo "en los año 60, el capitalismo era lo que te impedía ser libre y hoy esa libertad te la promete un banco".

Santamaría reconoció haber llegado a sentir un cierto Síndrome de Estocolmo durante su investigación. "Por más de un año leí a 'los otros', a los ideólogos neoliberales, e incluso hice sus cursos para comprobar de qué modo se construye ese relato", dijo, tras lo que concluyó que "el discurso siempre se repite: es el mantra de que 'el sistema es perfecto' y eres tú el que ha de adaptarse". Santamaría terminó enfatizando acerca de la importancia de la educación para la implantación del mensaje neoliberal. "Conceptos como el individualismo y la competitividad son una constante a lo largo de todo el periodo educativo. De hecho, ahora se denomina 'creatividad' a chorradas, como que un niño se ensucie las manos o arrugue un papel".