Hay dos realidades que no se le pueden negar a A. G. M., el joven lenense condenado por varios casos de estafa (el más sonado fue el "caso Shamira", cuando se hizo pasar por la familia de una niña enferma para recaudar dinero a través de perfiles falsos en las redes sociales). Una es que no escatima en imaginación para cometer sus delitos, la otra que cada vez frecuenta más los juzgados. El joven tuvo ayer dos juicios, en la sala de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Langreo. En ambos fue condenado como autor de dos timos: utilizar el número de cuenta de un afectado por una estafa anterior para pagar sus facturas del móvil, y hacerse pasar por diseñador gráfico para cobrar por un trabajo que nunca llegó a entregar a su clienta. "No entendemos que siga libre, debería llevar años ya en la cárcel", coincidieron los afectados, que se han reunido en una plataforma.

Sigue libre porque ninguno de sus timos es realmente cuantioso. En concreto, ayer, los dos afectados sumaban unas pérdidas de 180 euros: "Sabemos que no es mucho dinero, pero es que si juntamos todo lo que ha hecho hasta ahora sale un dineral", lamentó Pablo Castro, el primero en verse ayer las caras con A. G. M. en la sala del Juzgado de Langreo. Castro ya había tenido un juicio previo contra el lenense, pues este le pidió 500 euros que nunca le llegó a devolver. "Se inventó una historia lacrimógena, que no podía pagar el alquiler y que no podía pedírselo a su familia, para que yo le ayudara. Nunca me lo agradeció ni cumplió su palabra de devolverlo", señaló el afectado.

Es más, le pidió el número de cuenta para ingresarlo y utilizó esos datos para abonar una factura de su teléfono móvil. Por esta última "hazaña", tal y como falló ayer el juez en Langreo, tendrá que pagar nueve euros de multa a diario y sumará dos días de privación de libertad por cada dos días que no cumpla con la multa.

Segundo juicio

Salió con una pena idéntica del segundo juicio. Además, el titular de la sala le ordenó pagar los 100 euros que estafó a una joven tras prometerle que le haría un trabajo de diseño gráfico. En las dos vistas, A. G. M. se acogió a su derecho de no prestar declaración. No es el único timo del que se le acusa en el mundo del diseño gráfico: también al cantante Monchi del Valle le cobró 700 euros por unos "flyers" (catálogos para promocionar una actuación). Le hizo llegar unas muestras, pero nunca llegó a entregar el encargo.

Pero donde más parece haber desplegado su ingenio A. G. M. es en el mundo del motor. Siempre según los textos recogidos en las denuncias que se han presentado hasta ahora: convocó carreras que nunca llegaron a celebrarse, previo cobro de patrocinios; engañó a una pareja para arreglar un coche y correr juntos rallies, aunque él nunca llegó a pagar su parte y ni siquiera tiene carné de conducir. También alquiló un bar en La Felguera y lo desmanteló, vendiendo a través de internet el mobiliario y los electrodomésticos. Un grupo de los afectados por sus estafas le esperaba ayer a la entrada del Juzgado de Langreo. Acudió escoltado por dos agentes de la Policía Local, que le llevaron en su coche oficial por orden del juzgado. La autoridad judicial temía que A. G. M. no se presentara.