"Se puede incurrir en el error de confundir apariencia y realidad sobre el mayo del 68 francés", advirtió Francisco Erice, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, que, junto al escritor y profesor de literatura Luis Arias Argüelles-Meres protagonizaron la charla coloquio titulada "Los mayos del 68", un acto organizado por la asociación "Camín de Mieres" que contó con la colaboración del Ayuntamiento de Mieres y el Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas.

Moderada por Ana Fueyo, miembro de la entidad organizadora, la conversación giro en torno a los antecedentes, causas y consecuencias de los movimientos sociales de 1968 más allá de los acontecimientos de Francia. Para Erice resulta llamativo que esta reacción de rechazo al autoritarismo, que también se produjo en Estados Unidos, México, Checoslovaquia o Alemania, se manifestara cuando aún en Occidente se disfrutaba de la bonanza económica posterior a la posguerra y previa a la crisis económica de los años 70. "No se trató únicamente de una imagen glamurosa y de unos cuantos lemas pegadizos; también hubo una realidad muy diversa, antes y después, que supuso un cierto cambio de época", manifestó el historiador, que entiende que cada movimiento tuvo su propia lógica, en Francia como reacción a la rigidez del gaullismo, en Checoslovaquia por la aspiración de recuperar espacios de progresismo, en Méjico, a causa del PRI y el dominio norteamericano, en Estados Unidos como rechazo de la guerra de Vietnam y la Guerra Fría y en Alemania como reacción en contra de la generación anterior. "Hay un componente común: el enfrentamiento al autoritarismo", dijo Erice, que recordó que "en los sesenta, el mundo se hizo más pequeño y la juventud de distintos países estaba unida por ideologías similares, además de por las lecturas, la música, incluso la moda, que son reflejo de su descontento y rebeldía".

"No se debe olvidar que el mayo francés, tras unos primeros días de gran apoyo popular y mediático acabó desinflándose, por cansancio, por falta de unión entre los actores principales, estudiantes y sindicatos obreros, y por la reacción de sistema", explicó Erice. "El mayo del 68 francés acabó siendo un fogonazo en el que salió lo mejor del individualismo aunque no propició cambios colectivos; lo que quedó fue la victoria del orden establecido", aseveró Erice, que entiende que la juventud de la época "no quería morir de aburrimiento". A continuación, Luis Arias centró su intervención en el aspecto cultural de los movimiento del 68. "Mayo del 68 fue el canto del cisne de París como capital cultural del mundo", dijo el escritor, resaltando el desarrollo de un pensamiento lleno de "mezclas e impurezas", que combinaba ideologías políticas y filosóficas. "La juventud expresó su oposición a ser pastoreada por ningún partido político", declaró Arias, que añadió que "en el 68 se sentaron las bases de los movimientos feministas europeos y americanos". "Con todos sus defectos, el mayo del 68 contribuyó a hacer un mundo un poco mejor", resumió. Sin embargo, sobre la influencia de estos movimientos en España, Arias sostuvo que "el sesentayochismo español es una de las generaciones más nefastas, que, en lo público, resultó un estrepitoso fracaso". "Si perdemos el espíritu rebelde, estamos acabados", concluyó en escritor.