La imagen de la fosa de Parasimón, ayer, quitaba el aliento. De esos ocho metros de tierra descubiertos sobresalen restos óseos. Los cuerpos de al menos nueve personas a las que asesinaron, fusiladas a sangre fría, en noviembre de 1937. En el entorno trabajan antropólogos y arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Los dirige su presidente, el reputado forense Francisco Etxeberria (conocido por otras intervenciones relacionadas con la Guerra Civil y el "caso Bretón"). También ayudan voluntarios de la Asociación Amigos y Familiares "Fosa Parasimón", los impulsores del proyecto. En su mayoría son familiares de Luis Cienfuegos, la única víctima identificada a través de los testimonios orales. En la primera jornada de trabajo, que se alargará hoy con la exhumación, se limpió la fosa: hay muchos restos óseos y dientes, aunque están muy deteriorados, que serán analizados genéticamente. También objetos que escriben una historia cruel: botones que nunca más se desabrocharon, tres cucharas que no probaron más comida y otros enseres personales que recuerdan a unos hombres que no dieron el último abrazo a su familia.

Los mataron sin saber que hay lazos que nunca se desatan, ni siquiera ochenta años después. Hoy, Antonio Naves Cienfuegos (nieto de Luis Cienfuegos) se retira un momento de la fosa para hablar con LA NUEVA ESPAÑA. "A estos vascos no hay quien los pare", bromea. Llevan trabajando desde primera hora de la mañana, son ya más de las dos de la tarde. La meteorología, hasta el momento, ha respetado las labores: "Nos hemos encontrado con lo que estaba previsto", apunta. Una fosa alargada, en la que los hombres fueron enterrados en línea, con algunos cuerpos superpuestos.

Antxoka Martínez, al frente de los arqueólogos, fue el autor del informe preliminar. Indicó que los hombres fueron distribuidos en un pelotón y les dispararon a cierta distancia. El arqueólogo ha recuperado restos de treinta y nueve vainas y cinco cartuchos de un arma "Mauser alemán". También dos vainas de pistola y cuatro fragmentos de proyectil de tipo aerodinámico. "Demasiada munición para matar a diez personas", afirma el experto. Consideran que los tiradores tenían poca pericia o estaban sometidos a una situación de estrés cuando cometieron la ejecución. "Los testimonios con los que contábamos fueron muy fieles y no hemos encontrado ninguna sorpresa, todo coinciden con lo previsto", afirma.

"Doctor Etxeberría, quieren hablar con usted", dice Antonio Naves. El reputado forense abandona un momento las labores y mira, desde fuera y concentrado, el trabajo realizado hasta el momento.

- ¿Ve alguna peculiaridad en esta fosa?

-Está alejada, totalmente en el monte. Creo que, sin los testimonios, hubiera sido imposible encontrarla.

El primer testimonio oral fue el del fallecido Celesto. Cuando era niño, reconoció a Luis Cienfuegos entre los prisioneros que bajaron de un camión. Luego vio a unos hombres manchados de sangre, que bajaron al pueblo de Pajares desde Parasimón. "Estamos muy agradecidos de su colaboración y la de otro testigo, que prefirió permanecer en el anonimato. Sin ellos, todo esto no sería posible", apunta otro nieto de Cienfuegos. También agradecen las colaboraciones económicas que han permitido las labores, que no contaron con financiación administrativa. El pago de materiales y logística -los expertos trabajan de forma desinteresada- se ha afrontado a través de una campaña de micromecenazgo en Internet ("crowdfunding") .

La localización es la única peculiaridad que observa Francisco Etxeberria. En otros aspectos, esta fosa "es equivalente a otras muchas que hemos visto", afirma el experto. La exhumación se producirá hoy, pero el antropólogo forense es optimista de cara a los próximos análisis genéticos: "Hay muchos restos, incluso de dientes". La mala noticia es que están "muy deteriorados". "Están en una zona muy afectada por la lluvia, está muy al descubierto sin arbolada. Es por eso que están dañados ", añade.

Quieren llegar hasta el final. La familia de Cienfuegos tiene como objetivo la identificación genética de los restos. Incluso proponen comparar las muestras con el ADN recogido de familiares en Cabacheros, el enterramiento investigado en 2009 en el concejo de Aller. Quieren, sobre todo, recuperar a Luis Cienfuegos. Y que todos recuperen sus nombres.