En el edificio histórico de la Universidad se puede ver una exposición de obra gráfica que en la invitación para la muestra se titula «Doce artistas en el Museo de El Prado» y en el catálogo «El Museo del Prado visto por 12 artistas contemporáneos», lo que puede querer decir lo mismo o no, porque, según el pintor holandés René Daniëlse, el museo de arte puede ser el tema de una pintura pero las pinturas son el tema de los museos. En el propio catálogo se aclara la cuestión: «El origen de las obras se halla en una propuesta realizada por Bancaja a una serie de grandes creadores de la plástica española de nuestro tiempo para que cada uno eligiese como motivo de inspiración la gran pinacoteca, con el objetivo de formar un conjunto de visiones modernas acerca del gran legado clásico que contiene».

Aunque algo confusa la aclaración, entendemos que se trata de un encargo a una serie de artistas. Pero no existe la menor concreción sobre las circunstancias de ese encargo, lo que nos ayudaría a tener una mejor percepción de su sentido; por ejemplo, el tiempo de la propuesta, que debió de ser en un período muy dilatado si tenemos en cuenta la disparidad generacional de estos artistas, desde Ramón Gaya, nacido en 1910, hace cien años, y Barceló en 1957. Luego, en lo que a las obras se refiere -aguafuertes, litografías, xilografías, etcétera-, en algunos de estos grabados sentimos que pueden tener su mirada o inspiración en obras del Museo del Prado, pero en otros casos bien podría haber estado puesta en el Santiago Bernabeu, y no hablo únicamente de una referencia icónica concreta.

Ejemplo de las primeras en Antonio Saura, pero sucede que Saura dedicó una gran parte de su vida y de su obra a escribir, pintar, dibujar o grabar sobre la historia y la pintura clásica española, Goya sobre todo. En la presente obra vemos una crucifixión, el perro enterrado, el retrato imaginario de Felipe II a doña Jerónima de la Fuente, pero estas pinturas, y también grabados frecuentes en las colecciones españolas son ya de los años 60 o 70, sin que nadie le encargara nada. Y también de los años 60 suelen ser las litografías acuareladas de Ramón Gaya, que se pasó la vida homenajeando, de palabra y obra, a Velázquez, y en cuanto al «Retrato del enano Sebastián de Morra, bufón de la Corte, nacido en Cadaqués en la 1.ª mitad del siglo XX», la visión pictórica de Eduardo Arroyo es de 1970. Son ejemplos que se le ocurren a una a bote pronto y que se completan con el «Homenaje a Goya» de Manolo Rivera y las recreaciones de pinturas clásicas de Pérez Villalta. Luego, los aguafuertes de Gustavo Torner «En una noche oscura», «Con ansias de amores inflamada»... más parecen un homenaje a la poesía mística española que al Prado. Los perfiles, siluetas y límites de Gerardo Rueda, las glotis y vísceras de Gordillo, los «zedatus» de Chillida y los burros y cabras de Barceló forman parte de sus iconografías y temáticas habituales que requerirían alguna suerte de apoyatura conceptual para acercarlas a alguna de las obras del museo.

Faltan en el catálogo precisiones y contextos para comprender mejor el sentido y unidad de esta colección, si es que no obedece a un pie forzado, porque en él sólo se facilita una breve nota biográfica de cada artista acompañando a las obras reproducidas, sin fechas o referencias a posibles diálogos con las obras del museo. Visto así, es una exposición de grabados de maestros españoles que pudiera haber montado cualquier galería de arte con sus fondos o gestiones; dicho lo cual, cualquier ocasión es buena para contemplar, y más en estos tiempos de escasos alicientes expositivos, una serie de obra gráfica de calidad.