El hombre que corría como una locomotora

Que la literatura francesa, al menos la que se traduce, (casi) se echó del todo a perder allá por los adoquines de mayo es (casi) un dogma de fe. Entre los tuertos que sobrevivieron a la epidemia de ceguera industrial ocupa lugar preeminente Jean Echenoz, bien importado en España por Anagrama. Correr, recién traducida, se inscribe en el ciclo de novelas de base biográfica, como Jérôme Lindon, Ravel o la todavía inédita en España Des éclairs, nutrida en las carnes del inventor Nikola Tesla. En Correr, la liebre es Zatopek, el tipo desmañado que asombró al mundo tras la II Guerra Mundial con su impronta de locomotora.

Alegres azares para preludiar dogmas tristes

Esta edición de El incongruente (1922), basada en la segunda castellana de 1947, viene precedida de un prólogo, aquí llamado panegírico, en el que Cortázar se lamenta de no haber escrito nunca testimonio de su deuda con Gómez de la Serna. Protagonizada por Gustavo, individuo como de tebeo, aquejado de los males derivados de gozar una visión poética de la realidad, El incongruente es una puerta abierta al surrealismo y al absurdo, aunque desprovisto de los dogmas de capilla y secta a los que el padre de la greguería no prestaba alcuza. Una paradójica narración que se pega a la confusa piel de lo real con azar y alegría.

Flujos lingüísticos para reconstruir la conciencia

Nabókov situaba Petersburgo, del simbolista ruso Bieli (1880-1934), entre las cuatro mejores novelas del siglo XX, en unión de Ulises, La metamorfosis y los primeros compases de los momentos idos proustianos. Yo, Kótik Letáiev (1916), que ahora se ofrece por primera vez en español de la mano de Nevsky Prospects, forma en las filas de la trilogía Oriente u Occidente junto a Petersburgo (1913) y La paloma de plata (1909). Al igual que aquella, no es obra de fácil lectura pero, también como ella, es narración del mayor interés para los amantes de las exploraciones del lenguaje. Si en el conjunto de la trilogía Bieli juega con la doble alma, europea y asiática, de Rusia, en este panel plasma el juego en la formación de la conciencia.