Esta semana inicia la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) una pretemporada que anticipa la que será su programación de abono. No se trata de un año más en la historia de nuestra formación sinfónica. Se abre la puerta a un nuevo ciclo tras el largo «reinado» de Maximiano Valdés y las perspectivas de futuro permiten, a priori, ser bastante optimistas a la espera, eso sí, de resultados concretos.

Un nutrido grupo de directores, entre ellos algunas de las batutas más interesantes del momento, se presentarán al frente de la orquesta y de ahí se elegirá al nuevo responsable de la agrupación. Es, por tanto, un momento crucial para la orquesta y de enorme atractivo tanto para los músicos como para el público que sigue su evolución. El ciclo diseñado tiene enjundia en el conjunto de la programación con conciertos muy variados y solistas invitados de primera fila. El trabajo de los diferentes maestros dejará poso en la formación en un proceso del que, sin duda, saldrá enriquecida.

El paso del tiempo y el trabajo bien hecho ha convertido a la OSPA en una agrupación muy solvente, de peso en el ámbito nacional. Frente a otras que se han caracterizado por constantes vaivenes, la estabilidad de la orquesta asturiana es uno de sus mayores logros. Es la plataforma sobre la que ahora dar un salto significativo que tiene que empujar, a medio plazo, a un más firme compromiso institucional con un grupo de profesionales que están sacando adelante una empresa cultural de enorme relieve e importancia estratégica en los proyectos del Principado y en la proyección exterior de la región. Hablando más claro, el apoyo ha de ser sustancial en lo económico. Evidentemente la situación actual obliga a la prudencia presupuestaria. Nadie lo pone en duda. Pero las dificultades están para sortearlas y no para que sirvan de excusa para frenar el desarrollo del proyecto en años sucesivos una vez que llegue la normalización presupuestaria.

La OSPA tiene en el Auditorio de Oviedo su sede y también en la capital del Principado cuenta con el más amplio número de abonados de la región. Las temporadas de Avilés y Gijón van a más cada año y el resto de compromisos en el Principado -especialmente en verano- hacen que la formación mantenga un sólido compromiso con la sociedad a la que sirve. El cambio en la titularidad que se sustanciará una vez termine la temporada ahora a punto de arrancar debe ser algo más que una mera modificación de director. Ha de ser la oportunidad para subir el escalón que la orquesta precisa para consolidar proyectos que tengan la excelencia como horizonte. Para conseguirlo, la disposición de los medios adecuados es esencial. Si los políticos invierten ingentes cantidades de dinero en infraestructuras, en la mejora de los museos y en todo tipo de eventos culturales, la inversión en una orquesta que nos representa a todos debe estar a la altura porque si en algo no se puede caer en estos momentos es en la rutina o en un compás de espera que puede ser letal para el crecimiento artístico de la formación.