Los artículos periodísticos en nuestro idioma han alcanzado cotas del más alto nivel literario e interés socio cultural. Sirva el ejemplo de Larra, de Ricardo Palma con sus Tradiciones limeñas, de Julio Camba, o de Pardo Bazán, quien desde París daba cuenta de las dos Exposiciones Universales con el firme propósito de enseñar y amenizar al lector. En cierta medida, Miguel Delibes es un crisol en el que se sumergen la ironía fina del autor matritense y el empeño de la escritora gallega. El periodista vallisoletano entendía su labor como un servicio hacia el lector, intentando huir de la crítica sofisticada, siendo consciente en cada momento del tipo de audiencia para el que escribía. Bajo un prisma sutil y honesto, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras nos hizo partícipes de la sociedad española a lo largo de más de cincuenta años, desde que El Norte de Castilla le contratara como caricaturista en 1941.

Galaxia Gutenberg y Destino recogen en el volumen VI de las Obras Completas de Miguel Delibes artículos y ensayos relacionados con el periodismo, la literatura, el cine, los deportes, las costumbres castellanas, y especialmente, su inquietud ecológica. El certero criterio del editor García Domínguez al comenzar por los artículos periodísticos no fue baldío. La prensa fue el soporte desde el que se fue construyendo el Delibes novelista. «Saber mirar, saber escuchar, saber pensar, entender la naturaleza humana y saber contar» todo ello fue adquirido por el joven periodista. Él mismo declaró la utilidad del periodismo provinciano donde «tienes que hacer de todo. Y, sobre todo, aprendí algo fundamental, a decir mucho en poco espacio». Además de las tres adaptaciones teatrales que incluye el volumen, se recoge el interesante diálogo que Delibes mantuvo con su hijo, el científico Miguel Delibes de Castro, sobre el calentamiento global y el efecto invernadero.

El Delibes más humano, el más auténtico, sin el carácter ficcional que delata al novelista, se deja ver en estas páginas. El lector podrá disfrutar de la visión aguda, de la ironía sin acritud, de la honestidad y coherencia en el pensamiento, y de una forma de percibir el mundo que nos delata y nos enriquece. Y todo ello dicho con la sencillez que impregna la buena literatura.