Oviedo es una de las capitales musicales de España por derecho por múltiples factores. Está en el pelotón de cabeza compitiendo con ciudades de mucho mayor peso tanto en población como en recursos económicos que llegan, además, de múltiples administraciones.

Sin embargo la fuerza de Oviedo en materia musical tiene raíces bien sólidas y contra esto no hay quien pueda. Cuenta con el respaldo de una historia más que brillante, con algunos hitos espectaculares, a lo que se debe unir un presente impresionante que es, en definitiva, lo que se encarga de marcar las líneas a seguir en todos los frentes.

La capital del Principado gana peso por la continua presencia de los grandes intérpretes internacionales en sus diferentes programaciones, por el respaldo incondicional del público a lo largo de más de un siglo y, ahora sobre todo, por la existencia de magníficos profesionales que aquí están desarrollando su trabajo y sirviendo de soporte para las nuevas hornadas de músicos que se están formando en la ciudad. En este sentido las escuelas y conservatorios, especialmente el Superior, el «Martínez Torner», es una mina, un centro de referencia en el que más de la mitad de su alumnado procede de fuera de Asturias. Entre el profesorado de estos centros conviven músicos de muy alto nivel, volcados en la enseñanza y que a la vez son intérpretes a tener muy en cuenta.

Todo esto viene a cuento por un disco de recientísima aparición, editado por Tránsito Récord y protagonizado por dos pianistas que imparten su magisterio en Oviedo, Teresa Pérez Hernández y Francisco Jaime Pantín que integran el Dúo Wanderer. Se trata de un trabajo que incluye un repertorio muy poco frecuentado en las salas de conciertos, el de las obras para piano a cuatro manos, en este caso con un monográfico dedicado al compositor Franz Schubert. Obras como las «Variaciones sobre un Tema Original D 813», la «Fantasía en Fa menor D 940», el «Allegro en La menor, D. 947, Lebensstürme» o el «Rondó en La mayor, D 951» configuran un discurso musical emocionante que va de lleno a la entraña del piano romántico o, lo que es lo mismo, a la plenitud del instrumento. La interpretación del dúo es fascinante en su cuidado estilístico, en el preciosismo con el que se recrean en los pasajes más líricos, y en la capacidad para transmitir la pasión por una música de arrebatadora belleza y, quizá por ello, con el poso melancólico de un tiempo perdido y casi olvidado. La hondura expresiva de cada versión redondea este disco cercano en el que la buena música manda por sí misma sin necesidad de grandes alardes dejando que esta música fluya con su exquisita nobleza. Da gusto que profesionales de este talento y preparación técnica desarrollen su labor entre nosotros. Es una garantía y un aval de futuro para la formación de nuevos intérpretes.