El dibujo es una presencia constante en la trayectoria plástica de Natalia Pastor, un dibujo de trazo libre que busca lo esencial para hacer visible la realidad y el mundo que habita el subconsciente de la artista. En la exposición que se puede ver hasta el 2 de junio en la galería Guillermina Caicoya, titulada «Desde fuera, desde dentro», queda patente que el dibujo es el medio del que se sirve para construir por medio de fusiones y combinaciones con otras técnicas ese territorio plástico en el que la memoria está muy presente.

En esta muestra, Natalia Pastor reúne veintidós obras de distintas series que responden a técnicas y soportes variados: hay tinta sobre papel, dibujo y fotografía y fotografías con dibujos superpuestos, además del neón «Desde fuera», una pieza que forma parte de una antigua instalación con dos vídeos y neón. Las fotografías con dibujos superpuestos forman parte de un amplio trabajo realizado durante una estancia de dos meses en una residencia de artista en Francia. Se trata de dos series que se complementan y en las que la presencia de un cuerpo de mujer pone la nota de color a las fotografías de interior de abandonadas instalaciones -una maternidad y un pabellón de mujeres de un viejo hospital psiquiátrico- que en otro tiempo estuvieron ligadas a la condición femenina.

Sobre las imágenes de los muros derruidos y las estancias desconchadas, Natalia Pastor superpone los dibujos realizados con ordenador. Son autorretratos que parecen invadir el espacio con respeto, como si se deslizaran de puntillas, contribuyendo a reconstruir el pasado del lugar, que recobra así vida sin perder el halo fantasmagórico que se ha instalado en los pabellones.

Esa estancia francesa en St. Lizier y Le mas d`Azil fue un revulsivo para descubrir el territorio, algo que cada día Natalia Pastor considera más ligado a su manera de entender el arte, y así se puede constatar en los dos cuadros que denomina «Dérmicos», claramente emparentados con el trabajo que se alzó ganador del primer premio de pintura de la Junta General del Principado. En «Dérmicos» la conexión con el entorno y el territorio está más presente que en ninguna otra creación. Para la artista es además «una reflexión sobre cómo se consolida la identidad». Allí están la dureza y la fuerza del paisaje industrial como contrapartida a la fragilidad femenina que representa ese cuerpo que pende de un hilo, pero que al mismo tiempo se resiste a ceder protagonismo a lo que le rodea.

Por otro lado, están los dibujos de trazo monocromo en los que el cuerpo herido de la mujer vuelve a poner de manifiesto su fragilidad. Esta serie responde a un momento difícil de la autora, una situación que le permite tomar conciencia de lo efímero para a partir de ahí abrir una línea de trabajo con el cuerpo como lugar de debate. Se trata de extraordinarios dibujos en rojo sobre fondo blanco donde el cuerpo y la piel adquieren un protagonismo destacado. Son, como dice su creadora, «límite y frontera de lo que somos y de como se nos ve desde fuera».

En la trayectoria artística de Natalia Pastor, el cuerpo humano ha sido un viejo aliado, siempre desde lo físico, lo orgánico o lo biológico, un tratamiento que en los últimos tiempos cede terreno a los problemas de la mujer. Por eso sus mujeres heridas, que responden a una etapa de mayor introspección, traen, probablemente sin pretenderlo, sonidos de una realidad dramática asociada a la violencia de género.

De la serie «Impactos», la muestra recoge dos autorretratos, una modalidad en la que la artista se siente cada vez más a gusto. En «Homenaje a Frida», ella misma se dibuja como tantas veces hemos visto a la artista mexicana, con la columna que sostenía su cabeza transformada en una vieja chimenea fabril, poniendo de manifiesto la decadencia del paisaje industrial. El otro autorretrato, que incorpora lana y agujas como un guiño a esa tradición suya de utilizar telas y cosidos en sus obras, se respira una atmósfera más serena pero no ajena al dolor y la vulnerabilidad del cuerpo.

Si el denominador común de la muestra es el cuerpo humano, no pasa desapercibido que el de la mujer tiene todo el protagonismo. Así sucede también en las obras dedicadas a los «Paraísos artificiales» en las que sobre las fotografías de los neones de los clubes de carretera se sobreponen los dibujos de rostros femeninos en una doble representación de seducción ficticia. El brillo y las luces de ese mundo son exteriores, pero el rostro dibujado oculta la verdadera identidad. Es otra forma de acercarse al mundo de la mujer, pero siempre con un trasfondo en el que la fragilidad está presente.

Natalia Pastor (Pola de Laviana en 1970) estudió en la Universidad del País Vasco y se especializa en medios audiovisuales. En 1995 realiza la especialidad en pintura. Esta es su primera exposición individual en la galería Guillermina Caicoya.