Como casi siempre, una de las escasas alegrías del apático verano cultural ovetense ha llegado de la mano de la música. «Oviedo Filarmonía» ha sido la protagonista de dos conciertos multitudinarios que han reivindicado la importancia más que significativa del sector como catalizador cultural. Pero lo mejor está por llegar. Mañana viernes la «Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias» y «Oviedo Filarmonía» unirán sus efectivos en una velada muy especial en el auditorio Príncipe Felipe que va a marcar un antes y un después en la vida musical de Oviedo y Asturias. Frente a la desunión y al enfrentamiento político, el mundo de la música da un paso al frente de unidad y responsabilidad. Una iniciativa que debería hacer enrojecer a algunos que sólo están pendientes del rédito a corto plazo y que no han sabido calibrar la enorme importancia que la actividad musical tiene en Oviedo y que ha contribuido de manera significativa a ubicar a la ciudad en el mapa de la cultura internacional con una fuerza que ningún otro sector ha conseguido en sus respectivos ámbitos en Asturias.

¿Es esta iniciativa algo casual? Ni mucho menos, es el fruto de un trabajo de décadas bien hecho, de un proceso en el que todo ha ido sumando en la misma dirección. Las orquestas, la ópera, la zarzuela, el ciclo de grandes conciertos, las jornadas de piano, los coros, la sociedad filarmónica. Todo ello ha ido generando sinergias y cada actividad se ha enriquecido de esta suma. Asturias está en los puestos de cabeza del país en este sector. Si hablásemos en términos futbolísticos, juega en la Champions. Y todo esto gracias al potencial de Oviedo que es una realidad que ha resistido revoluciones, guerras y profundas crisis de todo tipo. Cuando los artistas extranjeros llegan a la ciudad se asombran de la calidad de su programación, del público más que abundante que acude a cada iniciativa y de la austeridad con la que se ha construido todo el edificio musical. Que Asturias tenga dos orquestas sinfónicas profesionales es un acontecimiento que responde a una necesidad cultural. Ambas agrupaciones se complementan y son esenciales para posibilitar el crecimiento de una actividad que da empleo a cientos de profesionales. Un empleo, por otra parte, de alto valor añadido. De calidad. La música es un elemento patrimonial de idéntico calado a un gran museo o al legado monumental de un territorio. No es un lujo, es una herramienta más que define la calidad de vida de la población, esa riqueza que también está en un buen sistema educativo o sanitario.

Mañana nuestras dos orquestas se unen para un primer proyecto en común. Más de cien músicos sobre el escenario darán un mensaje contundente apelando a la responsabilidad de nuestra clase política. Lo harán con sus mejores armas: música de alta calidad interpretada con niveles de excelencia realizada por profesionales asturianos. En tiempos de crisis, la música reivindica su espacio al servicio de la sociedad desde la unidad y el convencimiento de su labor. Este concierto marca el fin del verano y el arranque de la temporada anual de conciertos que, inmediatamente llevará -como hace más de seis décadas- al inicio de la temporada de ópera de Oviedo. En la presentación del concierto, los políticos evidenciaron unas formas y un espíritu de colaboración admirable. En este asunto, como en tantos otros, la lealtad institucional, la capacidad para sacar proyectos a largo plazo, mirando al bien común y no al rédito de cada partido, debiera ser la moneda de cambio. Quizás haya llegado la hora de un gran pacto por la cultura en la ciudad. Ejemplos de esto los tenemos a nuestro alrededor. En Cantabria, el Ayuntamiento de Santander y el Gobierno de Cantabria se han unido junto a un grupo de empresarios en una fundación, «Santander Creativa», que tiene como objetivo impulsar la cultura en la ciudad. San Sebastián o Bilbao también tienen iniciativas similares en las que todos contribuyen y son capaces de desarrollar iniciativas comunes que beneficien a toda la sociedad.

La música de Halffter, Respighi y Ravel es un buen punto de partida, un símbolo de todo lo que se puede construir. Oviedo y Asturias merecen el entendimiento en una situación ante la que, desde determinados ámbitos, se ha vivido de espaldas a una realidad que ha crecido exponencialmente pese a todos obstáculos que ha tenido que sortear. Son decenas de miles de ciudadanos los que están detrás de todas estas actividades. Es, por tanto, un asunto prioritario que merece atención y altura de miras. El tiempo dirá si, ahora sí, se consigue el consenso y la colaboración que son necesarios para dar un salto aún más significativo que aporte estabilidad y sentido común y despeje incertidumbres.