El artista avilesino Nacho Suárez regresa a la galería Lola Orato de Oviedo con una serie de retratos claro reflejo de su gusto por el empleo y la superposición de distintas técnicas y formas de hacer para conseguir un acabado determinado en sus creaciones plásticas. En esta ocasión, con el título de «Dibujos manipulados», Suárez reúne una treintena de trabajos en los que combina las herramientas clásicas con las nuevas tecnologías con un único objetivo: experimentar y buscar alternativas para abrir nuevos caminos al dibujo, una forma de entender el arte alejada de ataduras convencionales.

Nacido en Avilés en 1985, Suárez se licenció en Bellas Artes en Salamanca, titulación a la que suma un buen número de cursos con los que trata de asomarse a un panorama cultural que va más allá del propio del arte para adentrarse en disciplinas vinculadas al cine, la publicidad y la literatura, entre otras. Como docente ha impartido clases de pintura y de fotografía digital, y en su haber cuenta ya con un buen número de exposiciones individuales y colectivas, entre ellas las realizadas con anterioridad en la galería Lola Orato y las que presentó en Gijón y Avilés.

Para la muestra «Dibujos manipulados», que presenta hasta el 30 de junio en Oviedo, parte de dibujos propios, los fotografía y manipula con el ordenador, los imprime en lienzo superponiéndolos de dos en dos, y sigue pintando sobre ellos. En su mayoría se trata de retratos femeninos que se muestran con nitidez en el dibujo de partida pero que, según señala el escritor Juan Carlos Suárez, buen conocedor de estas creaciones, «se presentan en un proceso inverso al de la disociación de la personalidad, en una asociación de dos personalidades que generan una nueva».

Con esta nueva apuesta por la innovación creativa, Nacho Suárez profundiza en una fórmula experimental que siempre ha movido su modo de entender el mundo del arte. «Lo que trato es de abrir otros caminos y de buscar formas nuevas de resolver algo», comenta, porque tras la diversidad de métodos lo que persiste es su interés por el dibujo y las líneas.

El resultado de su apuesta queda de manifiesto en estos «Dibujos manipulados», un «trabajo más limpio y alejado del barroco» que destilaban algunas de sus obras anteriores. En resumen, se trata de una forma de trabajar que, partiendo de dibujos y fotografías superpuestos, lo que Suárez denomina «sándwich», busca nuevas formas de presentar el dibujo. En ese juego tiene mucho que decir el resultado estético, pero también la apuesta por la indagación experimental.

«El concepto es siempre un diálogo entre dos figuras diferentes, que puede ser una mancha abstracta y otra representación, dos imágenes que se funden para conseguir una nueva». Al autor le gusta hablar de deconstrucción del retrato en cuanto a depuración de elementos, una tendencia muy de los tiempos actuales en la que parecen moverse con comodidad los nuevos creadores.