Algunos (siempre he sido un optimista) de mis antiguos alumnos de Historia de España del bachillerato lo recordarán. Porque cada curso, al tratar de La Gloriosa y la Primera República, les comentaba que la mejor novela histórica de intriga política en España estaba sin escribir, además de constituir un episodio de trascendental importancia para el desarrollo posterior de nuestra historia contemporánea. Me refería, claro es, al magnicidio sin esclarecer del presidente del Consejo de Ministros, el general Prim, el día 27 de diciembre de 1870 en la calle del Turco (hoy Marqués de Cubas), tras salir de aprobar en el Congreso los últimos detalles sobre la llegada de Amadeo de Saboya para ocupar el trono de la monarquía constitucional creada tras el destronamiento por la revolución septembrina de Isabel II y la dinastía borbónica.

Sin embargo, desde la Restauración borbónica decimonónica, que cubrió con un tupido velo de silencio el magnicidio y sobreseyó la causa por obvios intereses políticos, hasta estos últimos años el tema ha permanecido en el olvido de historiadores y novelistas.

Ni siquiera el hallazgo en los años sesenta de los 16.000 folios del sumario por el entonces presidente de Colegio de Abogados de Madrid, Pedrol Rius, que fue el origen de su trabajo sobre el magnicidio del general de Reus, propició el interés por el tema a pesar de su importancia histórica y su potencial literario.

Ese desinterés de alrededor de 140 años por la vida y muerte del general se ha transmutado, en cambio, en los últimos tiempos -quizás propiciado en parte por la proximidad del bicentenario del nacimiento de Prim- hasta convertirse en centro de atención con la reciente aparición de una biografía de Prim, de un libro sobre su asesinato y ahora con esta novela del hispanista irlandés Ian Gibson: La berlina de Prim que ha sido galardonada el Premio de Novela Fernando Lara 2012.

Gibson plantea la acción de su novela en los últimos meses de 1873 mientras la Primera República agoniza en medio del movimiento cantonalista, la sublevación carlista y las intrigas de los generales favorables a la restauración borbónica. El personaje central es el periodista Patrick Boyd, amigo de Prim en la etapa de su exilio londinense e hijo ilegítimo de una joven andaluza y el irlandés Robert Boyd (personaje real) que participó y fue fusilado en el frustrado intento de levantamiento de Torrijos contra Fernando VII.

Enviado a España por su periódico para que investigar el asesinato de Prim, la novela relata las indagaciones y averiguaciones que el irlandés lleva a cabo. Con entrevistas, incluso, a. algunos de los que fueron principales sospechosos de haber maquinado y participado en el magnicidio como la del republicano federal José Paul Angulo, el gran debelador de Prim en su periódico El Combate y acusado, además, de haber participado materialmente en el asesinato; o la del el intrigante ayudante del duque de Montpensier, Felipe Solís, uno de los principales sospechosos de haber urdido el complot que condujo a la muerte del valedor de Amadeo de Saboya en beneficio de su señor.

Aunque, en el relato, su personaje principal, Patrick Boyd, no pueda culminar su investigación, en el texto Gibson nos deja claro cuál es su posición sobre quién asesinó a Prim. Exonera del crimen a Paul Angulo y a los republicanos (acusación que se aprovechó, incluso, para recrudecer la represión contra ellos) y lo atribuye a una conspiración del duque de Montpensier para quien Prim era el mayor obstáculo para lograr su deseo más ansiado que era convertirse en Antonio María I de España, y del general y anterior regente Serrano para el que nuestro general era su principal rival en su desmedida ambición de detentar el máximo poder en la España de la época.

La estructura de la novela combina el relato en tercera persona con el empleo de la primera en los extractos del diario de su personaje principal y en diversas cartas, y alterna los personajes reales (Galdós, el naturalista Antonio Machado Núñez, Zorrilla, Hartzenbusch, el masón Morayta, el canónigo montpensierista Gago, el diputado republicano federal Roque Barcia ?) con los de ficción. Gibson ha escrito una novela cuyas principales virtudes son la excelente ambientación y recreación histórica que lleva a cabo de aquella convulsa España de los meses finales de la I República, así como el pormenorizado análisis que -a través de la prensa de la época y lo que queda del sumario del crimen- ha realizado de todo lo referido al asesinato (aunque también se detecta algún que otro error histórico). Pero convence mucho menos como artificio literario.

La impresión que uno saca de su lectura es que el Gibson historiador y biógrafo es ciertamente muy superior al novelista. Siempre teniendo en cuenta que ésta es su primera novela.