La exposición de Luis Azón (Oviedo, 1965) en la galería Murillo de Oviedo está organizada en tres series: «Músicos, coches y bares», lo que refleja claramente los gustos del pintor, un entusiasta de los automóviles antiguos y de los locales con música. La muestra, con la que regresa a una sala muy habitual en su trayectoria, reúne un conjunto de óleos de considerable formato, donde queda patente que su universo pictórico es un reflejo de sus vivencias e intereses personales. «Nunca pinto por vender sino por gusto personal», señala, tras subrayar la importancia que para su paleta tienen el dibujo y el color.

Luis Azón se confiesa un enamorado del dibujo, pasión que le llevó en su juventud a la Escuela de Bellas Artes y, posteriormente, a París, persiguiendo un mayor conocimiento de los maestros clásicos. En la París practica el dibujo y estudia la figura humana y la pintura posimpresionista en la academia privada Port Royal.

Tras la estancia parisina viaja a Nueva York, atraído por la escuela americana y la obra de artistas como Hopper. Allí sigue su formación y empieza a desarrollar un estilo propio, algo que todavía hoy considera una de las mayores dificultades del artista. El resultado de años de estudio y de observación es una obra que recrea un realismo al que a Luis Azón le gusta imprimir «un cierto aire del siglo XIX con temáticas actuales».

Se reconoce atraído por los ambientes y la atmósfera de los años cincuenta, lo que se aprecia claramente en los coches, las indumentarias y los clásicos locales de jazz que asoman a sus cuadros. La suya es una pintura figurativa con un acabado muy personal en la que presta «especial atención al color, la composición y el dibujo». Fiel a un camino iniciado hace más de dos décadas, sus óleos han experimentado en este tiempo una evolución que tiende a «eliminar elementos para hacer más liviana la obra».

A la atracción por la pintura americana suma el interés por pintores asturianos de la talla de Valle, Piñole y Zaragoza, entre otros. A los primeros debe una etapa en la que retrató muchas casas de indianos y su paisaje circundante. También el retrato figura en su producción. «Me interesa la captación de la persona fuera de la pose formal», afirma Azón, que defiende la pintura realista «porque no por ser comprensible es menos intelectual». Añade que detrás de cada obra hay muchas horas de trabajo y reflexión.