Lo juro por Newton, esto oí al otro lado de la línea en boca de un telecomercial que luego quiso venderme el paraíso parcelado en megas. No estuve por la labor siquiera de concentrarme en lo que me decía. Creo que eran miles de mensajes gratis, una perola de cocido, cientos de minutos a fijos? ¿Garbanzo Díaz?... whatsapp?

-No me interesa, señor Garbanzo -digo.

-¿Con quién/qué hablas? - dice la dueña de mi gato.

-Con Garbanzo -contesto.

Ella y el gato me miran raro y siguen a sus cosas. Que baje Dalí y lo pinte.

El episodio me dejó desazonado. Pero también me animó a documentarme e investigar. Vale, sí, a buscar en Google. Es alucinante la elección que unos padres pueden hacer llegado el momento de poner nombre a su bebé. En cierta comarca venezolana suman más de cien las personas que se llaman Supermán o Batman. Visto desde España el cromatismo onomástico sudamericano es como para que las cejas se te vayan a la coronilla. Tutankamen del Sol, se llama un colombiano; Jhonny Walker un paraguayo. Aparte, ni que decir tiene, van los apellidos: hay una Disney Landia Coito Rodríguez.

Ya se va notando: la sombra de Norteamérica es alargada. ¿Se imaginan llamarse Air Jordan García Pérez? Pues los apellidos son prestados, pero el nombre no, existe y alguien carga con, o presume de, él. Hace años el finado democracique venezolano Hugo Chávez no vio otra que promulgar una ley para prohibir estos desmanes que amenazaban la esencia patria. Divertidos sí que son. ¿Que anoche estuvo guapa la película de la tele?, le espetamos al niño el nombre del velero que salía. Que no fuese velero sino acorazado y que lo que se leía en su costado no era exactamente el nombre del navío son detalles menores: Usnavy le vamos a poner, hermoso y sonoro, (US Navy). Como Yesaidú (Yes, I do), igualmente existente. Y Madeinusa (Made in USA), y Guarisdá (What is that).

En ocasiones la fuente de inspiración es harto más elevada: Darwin Lenin se llama un sujeto. En otras cavernaria: se cuentan por docenas los individuos que tienen, no por apellido, no, por nombre, Hitler (y de entre ellos, varios Adolfo Hitler). Y están los padres a los que he de presuponer sentido del humor (o inoportuno percance etílico). ¿O qué, si llamas a tu niña Selamira? E incluso, pasando a mayores: Areopajita. Hay ocasiones para la épica: un señor, imagino que hoy cuarentón, responde al increíble nombre de Apolo Tres. Y hasta me parecen bien comparados con este otro: Meningitis. No sé qué pensar de éste: Lexotanil, o muy agradecidos estaban los padres a tan afamado ansiolítico, o puestos de él hasta el colodrillo.

Están también las ocurrencias pintorescas, como la de juntar la primera sílaba del nombre paterno con la primera del materno, y puede funcionar si el resultado lo estampas en la viserilla de un camión, pero ¿en una partida de nacimiento?: Johenry (Josefina y Henry) o Ligimat (Ligia y Mateo). Mira que idea tan buena para Piqué y Shakira: Pisha, qué arte. Y están, para ir acabando, los inabordables misterios del razonar humano: que haya una niñita que se llame Válvula es para coger la lista de Mandamientos y tachar el que dice «honrarás a tu padre y a tu madre» (o ése o el quinto). Etcétera, no lo creerán, pero también es un nombre.