Durante este mes de noviembre se pueden ver las obras seleccionadas en la novena edición del certamen de pintura "Casimiro Baragaña", uno de los pocos que cuentan con un ejemplar apoyo municipal que apuesta por la pintura y que, por su continuidad, se ha convertido ya en una referencia a nivel nacional. Cerca de doscientas obras se recibieron en esta última convocatoria y merece la pena contemplar esta selección de tan variadas opciones de tendencia en la magnífica sala de exposiciones de la Casa de Cultura de Pola de Siero.

Tadanori Yamaguchi obtuvo con "Mancha solar (7.507)" el primer premio del certamen. Como los aficionados saben, se trata de un artista japonés que lleva viviendo y trabajando en Asturias, primero en Oviedo y actualmente en Pravia, desde hace unos quince años, cuando viniera becado por el Gobierno español para trabajos de investigación. En este tiempo ha adquirido ya, sobre todo por su creación escultórica, una notable relevancia en el arte asturiano a través de sus exposiciones y los numerosos e importantes premios que ha recibido, el último el del Certamen Nacional de Arte de Luarca el pasado 2012. Bien puede decirse que Tadanori Yamaguchi mantiene un muy personal arquetipo escultórico con el mármol como materia y con el predominio de una configuración en bloques cerrados y densos en los que el artista busca la sublimación de estructuras elementales mediante la pureza de la forma, la forma perfecta como ideal capaz de expresar con intensidad realidades esenciales que son inherentes en su abstracción a la naturaleza de la materia y su tratamiento por el artista. Un modo de pensar y crear que se me ocurre cercano a Brancusi y su filosofía artística, tan asiática como europea. La "Mancha solar (7.507)" es una bellísima pintura de ciencia ficción texturada en ricas calidades de rayados realizados con polvo de mármol y pasta pictórica sobre el soporte, una especie de satélite de su escultura. Una mancha solar de un universo futuro, quizá otra vez caótico, quizá un agujero blanco que nos absorbe hacia una constelación permanente.

El segundo premio fue para Laura Medina Solera, de Ciudad Real, por su obra "Conectados". Una pintura de muy atractiva factura que resulta enigmática en su planteamiento que podríamos catalogar como una especie de surrealismo-pop de nueva generación y que recuerda a Magritte en su voluntad de desconcertar y provocar al espectador mezclando elementos dispares, unos de la realidad y otros del absurdo como transformación de lo cotidiano. Una pintura de sofisticación alegórica y descaro juvenil y complejo juego conceptual.

En cuanto al tercer premio, correspondió a María Braña, artista bien conocida a través de una trayectoria que le ha convertido en una de las principales representaciones de la abstracción geométrica asturiana. Su obra "Contenedores de vacío" pertenece a la parte de su creación más interesante, es decir, la capacidad de generación mediante tecnología digital de figuras geométricas singulares que podemos asociar únicamente a su característico lenguaje. Supone la búsqueda de una nueva geometría como evolución de las tendencias históricas que da lugar a una variada familia de formas que en ocasiones recuerdan diagramas de cristalizaciones minerales, asociadas luego al color, rojo, negro y blanco, en composiciones plásticas muy atractivas.