Los admiradores y hermeneutas de Heidegger están de enhorabuena. Se anuncia la publicación el próximo mes de marzo en Alemania de una última entrega de los llamados Cuadernos negros: los 33 cuadernos de notas en las que más profundo, oscuro, influyente, pero también controvertido filósofo del siglo XX plasmó sus reflexiones a partir de 1931.

Faltaban los de los años 1945/46, es decir los correspondientes al final de la Segunda Guerra Mundial , durante mucho tiempo desconocidos para los propios responsables del archivo literario de Marbach, que conserva la voluminosa obra del autor de Ser y Tiempo.

El semanario alemán "Die Zeit" ha entrevistado en Heidelberg al profesor de filología germánica que se ha ocupado de transcribir las notas manuscritas de esos últimos cuadernos, que estaban en su poder.

Se trata de una historia interesante: el germanista, Silvio Vietta, es hijo de Egon Vietta, un protegido del filósofo, que dirigió durante el Tercer Reich una revista cultural llamada "Italien" y se casó en 1941 con Dorothea Feldhaus, que había estudiado Derecho en Roma y trabajado como abogada para la Fiat.

Silvio Vietta se unió a la resistencia en Hamburgo y , antes de que le detuviera la Gestapo, logró escapar a Italia, donde se entregó a las fuerzas aliadas.

Después de la guerra, Vietta y su joven esposa conocieron al bastante mayor matrimonio Heidegger y se hicieron amigos. Heidegger, que pese a su posterior fama de solitario de la Selva Negra, era un seductor nato - entre sus "affaires" más conocidos figura el que mantuvo con su discípula Hanna Arendt, pero hay muchos más- se lió con la joven Dory Vietta y fue responsable de la ruptura de ese matrimonio amigo.

Según cuenta Silvio Vietta, su madre sabía leer a la perfección la letra de Heidegger y mecanografió muchos manuscritos del filósofo, quien en señal de gratitud le regaló algunos, entre ellos el último de los Cuadernos Negros, que el hijo se ha encargado ahora de transcribir para su publicación definitiva.

Entrevistado por Die Zeit, Silvio Vietta, que conoció personalmente a Heidegger, explica que las anotaciones se refieren entre otras cosas a su destitución como docente en la Universidad de Friburgo, de la que se había convertido en rector en 1933 con un tan famoso como polémico discurso.

Vietta niega que las anotaciones que obran en su poder que haya una sola palabra que pueda considerarse antijudía, antisemita: Tras sus experiencias durante el nazismo, para Heidegger resulta fundamental el "otro comienzo", explica.

Consiste ese "otro comienzo" en "un apartarse del pensamiento científico-tecnológico, que consideraba responsable de las distintas formas de conquista, explotación y desolación del planeta, sobre todo en la edad moderna, la cual incluye la historia colonial con todos sus horrores. Y en ese contexto considera también al Tercer Reich posterior a 1937 como un tipo de nihilismo".

Heidegger trata de distanciarse en esas notas de su famoso Discurso del Rectorado, de claras resonancias nacionalsocialistas, como han analizado sus principales críticos, entre ellos Victor Farias o Emmanuel Faye. Un discurso en el que se producía una clara identificación entre las funciones académicas y militares y que hizo comentar con ironía a otro de sus discípulos más famosos, Karl Löwith, que "una vez terminado, el oyente dudaba entre abrir los Fragmentos de los presocráticos o alistarse en las SA (las secciones de asalto hitlerianas)".

Como es sabido, Heidegger renunció sólo un año después de asumirlo, en 1934, al puesto de rector en Friburgo, y se distanciaría poco a poco del nacionalsocialismo por no ver en él sino una vuelta de tuerca más en la dominación del mundo por la técnica, influida por el pensamiento de Descartes, con el paralelo olvido del ser.

Hay que tener en cuenta, dice Vietta, que "Heidegger estaba contra todo lo que representaba la modernidad: contra el dominio de la racionalidad, la técnica totalitaria, contra el americanismo, el bolchevismo, el liberalismo y, entre otras cosas también, contra el pensamiento calculador de los judíos".