"Si de chico fui a la escuela / y de grande fui soldado / si de casado cabrón / y de muerto condenado / ¿qué favor le debo al sol / por haberme calentado?", se preguntaba el protagonista de la novela picaresca La vida inútil de Pito Pérez, del escritor y diplomático mexicano José Rubén Romero. Casi lo mismo podría preguntarse Manuel Fernández Pasarón, más conocido como Manulo Menal, personaje creado por Carlos Rodríguez Duque (Madrid, 1973) mirando con un ojo a nuestra picaresca clásica, ya saben, el "Lazarillo", "El Buscón", "Guzmán de Alfarache", etcétera, y con el otro las humoradas y la forma de ser de los paisanos del suroccidente asturiano, observadas con atención durante los veranos de la infancia y la adolescencia que el autor pasó en Larna, una aldea de Cangas del Narcea.

Rodríguez Duque, licenciado en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid y desde 2005 profesor de español en Houston, es un hombre de mundo y melómano empedernido -editó "Papeles del Ayer", una publicación monográfica dedicada a los Rolling Stones, y es coautor, junto a Ricardo Moyano García, del libro Burning. Veneno del rock-. Seguramente por esa razón, por haber visto mundo y andar rodando por los caminos, es capaz de poner una vela a lo universal y otra a lo local fusionando admirablemente ambas miradas, como demuestra el personaje de Manulo Menal, que se mueve con pícara ingenuidad, si el oxímoron es admisible, de Larna a Sitges, de Cangas a Bucarest.

Esta novela epistolar nació en internet para animar un foro y una página web que algunos vecinos de Larna habían creado con intención de mantenerse en contacto (muchos viven fuera) e intercambiar opiniones y sentimentalidades. Desde octubre de 2008 fueron apareciendo mensualmente esas aventuras en la página web, y ahora han cambiado de galaxia, pasando de la digital a la Gutemberg, para que podamos disfrutarlas en papel.

Manulo, que se expresa en asturiano occidental (si bien un asturiano poco académico, más bien un castellano trufado de expresiones de la tierra), es solterón, tacaño y libidinoso, y tirando de ese hilo se consigue gran parte de la comicidad que provocan sus aventuras, a menudo apoyadas en gags un tanto escatológicos (véanse los capítulos "Un día accidentáu" o "Por culpa de una cagalera, soltero la vida entera"). En otras ocasiones la hilaridad nace del contraste entre la mirada limpia, inocente, de buen salvaje, que suele adoptar Manulo, y la información que posee el lector (véase "La caza del urogallo" o todas las "Cartas desde Rumanía").

El personaje, como su propio apodo indica, tiene un don: "Chámanme Manulo Menal porque déxolas bien contentas... ¿nun sabes? Ya... como diz el refrán: con buen chapo, buenas presas saco...", pero su mayor virtud es su capacidad para explicar con irónica sencillez el mundo: "(Escuchando la radio) entérase uno de muitas cosas, hay gente bien lista ahí, ¿eh? Cago'n sandiós, saben de tou, amigo (...). ¡Esos son los que tenían que tar n'el Gobierno, me cagoncristo! Que igual te hablan de por qué subió el gasoi, que te cuentan de música o de medecina".