Estamos constantemente expuestos a una infinidad de estímulos y de ruido. El frenético ritmo de nuestra sociedad, la velocidad con la que crecen las generaciones... contribuyen a una sobrecarga sensorial en los niños.

A veces, todas estas circunstancias generan dificultad a la hora de concentrarse, y en el ámbito escolar es complicado que un niño que se distrae fácilmente pueda seguir el ritmo de las lecciones y del aprendizaje.

Al final, se traduce en un bajo rendimiento escolar que conlleva, a su vez, miedo al rechazo y tensión. No obstante, los padres podemos ayudar a corregir este déficit tomando una serie de medidas y proponiendo un conjunto de ejercicios para los más pequeños.

Crear un ambiente propicio:

Buscar un espacio adecuado a la actividad que se va a realizar. Si queremos crear una sala de estudio es importante que la zona esté iluminada, silenciosa, ordenada y aireada. Es fundamental que siempre sea el mismo espacio porque con el tiempo se asociará al estudio y esto aumenta la predisposición del niño a estar atento.

Por otra parte hay que preparar todo aquello que vayamos a necesitar antes de empezar la actividad, para evitar así interrupciones con las que es más que probable que se fugue la atención.

En el momento de estudio, es mejor que no estén encendidos ni la televisión, ni la radio ni el ordenador, si no son necesarios para la tarea.

Además de enseñar o ayudar a resumir o esquematizar el temario, es importante el papel reforzador de los padres. Los comentarios positivos hacia nuestros hijos les ayudarán a aumentar la motivación y a estar orgullosos del trabajo realizado.

Los comentarios positivos hacia nuestros hijos les ayudarán a aumentar la motivación. Getty Images

Ejercicios prácticos para los más pequeños

La ciencia nos dice que pocas personas pueden mantener la atención más de 30 o 40 minutos seguidos y que para volver a volcarnos en algo necesitamos algún estímulo que active nuestra energía. A continuación, un listado de ejercicios que ayudan a mejorar la capacidad de atención de los niños en su día a día.

Ejercicios de respiración y relajación

Nos ayudan a regenerar la atención de los pequeños, manteniendo alta su energía. Uno de ellos es repetir 10 veces el siguiente ejercicio: inhalar aire por la nariz mientras suben los brazos y cierran los ojos para desconectar la vista y el cerebro. Ayuda a generar nueva energía pero sin llevar a los pequeños a un nivel de excitación tal que sea imposible volver a concentrarse; con la mente enfocada, el cuerpo tranquilo y la cabeza despejada.

La historia sin fin

En este juego participa toda la familia. El primero dice una palabra, el segundo repite la palabra y le añade una nueva, y así sucesivamente formando una historia sin fin. Por ejemplo: el padre dice: "Yo"; el niño, sigue: "Yo como"; la madre continúa: "Yo como manzanas"...

Describir y reconocer

El niño piensa en un objeto y lo describe ante otros niños o los padres. Es importante centrarse en un tema para que sea fácil y divertido reconocerlo; quien adivine de qué objeto se trata, será el siguiente en describir otro objeto.

Memoria de ruido

Para este juego de concentración hay que tener preparadas algunas cosas como latas llenas de varios ingredientes que crean un sonido diferente.

Cada dos latas se llenan con las mismas cosas o ingredientes (piedras, arroz, lentejas, etc.). El niño tiene que sacudir la lata y averiguar cuáles son las latas que tienen el mismo contenido y a ser posible, discernir qué es lo que tienen dentro.

Crear rimas

Este juego es muy divertido porque refuerza la parte creativa y lúdica del lenguaje. El padre dice una palabra (puede ser nombre, verbo, adjetivo) y el niño tiene que hacerla rimar con otras, logrando de esta manera frases divertidas o bonitas. Por ejemplo, el padre dice "la mesa" y el niño puede decir: "la mesa pesa" o "la mesa tiesa"...