Pierre Lemaitre se ha mudado a Montmartre. Allí, en una calle levemente alejada de las casas de colores, los turistas, los pintores y esos bares en los que estuvieron Picasso y sus amigos, tiene su nueva residencia el que, a sus 65 años, ya es uno de los referentes más sólidos de la novela francesa, alguien que no rehúye los mecanismos de los géneros populares -el noir, el histórico€- para dar un salto más allá. Nos vemos allá arriba (2013), ambientada entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, insufló aires contemporáneos a la tradición picaresca y se alzó con el prestigioso premio Goncourt. Su comandante enano -"solamente muy bajito", matiza él- Camille Verhoeven causa furor en medio mundo, y ahora, con Tres días y una vida (Salamandra en castellano, Bromera en catalán) traza una angustiante parábola sobre la culpa y la responsabilidad camuflada en la estructura de una novela negra.

Entre la decoración de su piso, un cheque de 10 euros enmarcado en la pared, que Lemaitre decidió no cobrar para impresionar a las visitas. "Hay trampa, porque el Goncourt son esos diez euros... y 500.000 ejemplares vendidos", aclara sonriente. Sentado en una terraza, en una de esas minúsculas mesas redondas tan parisinas, con estudiantes en las mesas de al lado alargando un café durante horas y horas mientras leen libros de bolsillo, responde a las preguntas de Magazine.

¿Qué le cambió el Goncourt?

Todo. Me mudé de piso, trabajo en lo que quiero, puedo asegurar el futuro de mi hija de 7 años... ¡Soy el rey del universo!

No publicó un libro hasta el 2006, ya con 55 años.

Fue culpa de mi mujer, Pascaline, que tuvo la fe en mí que yo mismo no tenía. Me la rechazaron veinte editoriales, y ella me hacía insistir... hasta que me la publicaron. Era una de mis alumnas y, como siempre he sido un profesor modélico, me dije: si has seducido a una de tus estudiantes, lo correcto es que te cases con ella. Publiqué la novela y nos casamos. Nueva vida.

Su comandante Camille Verhoeven ha protagonizado cuatro libros. ¿Habrá un quinto?

No creo. Me doy cuenta de que, pese a ser enormemente bajito y vivir perpetuamente encolerizado, es muy seductor, posee un carisma que lo compensa todo. Su punto de vista es lo esencial: siempre ve el mundo desde abajo. Bueno, si hay 20 millones de lectores que me reclaman por escrito un quinto libro, haré el sacrificio, pero por menos, no... Un personaje tiene un potencial narrativo, y el de Camille se ha expresado ya en la tetralogía, ha hecho su trabajo y se ha desarrollado de modo natural.

¿Se prepara una serie de televisión?

Sí, Estados Unidos me ha comprado los derechos del personaje.

Será un casting difícil...

¡Al contrario! Verhoeven es Peter Dinklage, el actor que interpreta a Tyrion Lannister en Juego de tronos. ¿No lo ve claro? Tiene que ser él. ¡Es él! Facilísimo. Si nos dice que no, entonces sí será un casting difícil.

"Si 20 millones de lectores me reclaman por escrito un quinto libro, haré el sacrificio de revivir a Verhoeven. Un personaje tiene un potencial narrativo, y el de Camille ha hecho su trabajo"

En Tres días y una vida muestra una gran capacidad de sorprender a su lector -habitual€

No lo hago a propósito. Para los lectores que siguen a un escritor, lo mejor es que exista un vínculo de familiaridad con los libros precedentes y, al mismo tiempo, se cree alguna sorpresa. Eso es lo que espero yo de una nueva novela de Modiano o de Echenoz, por ejemplo: que sea lo mismo y a la vez diferente.

Mmm€ Pero Modiano se parece más a Modiano que Lemaitre a Lemaitre, ¿no?

Patrick Modiano tiene 40 libros, yo ocho. Esa es la gran diferencia. Cuando lleve 30 más, ya veremos si no soy siempre un poco el mismo. Scott Fitzgerald decía que un novelista tiene dos o tres cosas que decir, no más. Modiano habla siempre de la memoria. Yo, tal vez de la responsabilidad moral del individuo.

¿Hay algún rasgo autobiográfico en esta novela sobre un niño que comete un crimen en un pueblo provinciano donde todos se conocen? No lo parece, pero nunca se sabe.

Es curioso, porque tengo siempre la impresión de escribir libros muy lejanos a mí, pero, cuando los entrego, me doy cuenta de que había más cosas mías de lo que pensaba. Por ejemplo, este niño se parece al niño que yo fui. Pero no lo hice de modo consciente.

¿Ha tenido una infancia desgraciada?

Me impresiona siempre esa frase de Rilke en sus Cartas a un joven poeta, cuando dice: "Los niños siguen siendo todavía como usted fue de niño: tan tristes y tan felices". Así era yo: un niño triste y feliz. Tal vez eso sea la lucidez.

"Es una lástima que hasta algunos de mis editores digan que hay un Lemaitre literario y otro policial. Soy un único novelista. Utilizo diversos géneros, pero no estoy escindido ni soy esquizofrénico.¡No estoy loco!, se lo juro"

Lo que le sucede a Antoine es extremo, pero funciona como metáfora de la culpa, el lector revive sus remordimientos.

Mi voluntad es conducir al lector a una ¬situación ambivalente, que comprenda lo que le sucede a Antoine, pero a la vez que no se sienta contento de su conducta. Que al mismo tiempo lo disculpe y lo condene. Y que, al final, decida si la decisión de Antoine es buena o no. Eso indica que es más una novela negra que una novela policiaca, porque conocemos desde el principio al autor del crimen, que en realidad es más bien un accidente porque no hay preme¬ditación. No hay ningún misterio, así que para mantener al lector en vilo tuve que buscar un misterio secundario: ¿será detenido o no?

Algunos han dicho que en esta novela se fusionan los dos Lemaitre: el literario y el policial. ¿Tiene dos personalidades?

Es una lástima que digan eso hasta algunos de mis editores. No estoy nada de acuerdo, yo soy un único novelista. Utilizo diversos géneros, pero no estoy escindido, ni soy esquizofrénico. ¡No estoy loco!, se lo juro.

Usa la paranoia como recurso literario porque, a menudo, el miedo viene más por lo que Antoine se imagina que puede sucederle que por lo que le sucede...

Cierto. No lo habría hecho si el personaje fuera adulto, pero al ser preadolescente tiene esa visión infantil que mezcla la realidad con la ficción, no sabe lo que es auténticamente real. Usted sabe que Marine Le Pen es verdad y Tintín mentira, aunque es una lástima que no sea al revés, ¿verdad? Pero la vida a los 12 años no distingue mucho esos detalles, lo cierto y lo falso. Hay una escena en que él se imagina que vendrán a detenerle. Si eso sucediera, el policía del pueblo subiría a su habitación, le pondría la mano en el hombro y le diría amablemente: "Antoine, chiquillo, vas a venir con nosotros", pero él se imagina una intrusión de dos energúmenos armados de los cuerpos de élite, derribando puertas y amenazando con disparar, que es lo que ha visto en la tele. No sabe lo que es posible o no, porque tiene 12 años. Vive en sus fantasías, como todos hacíamos a su edad.

Al final cita a un montón de autores a los que les ha tomado frases prestadas. Es algo que no suele reconocerse€

A cada uno les debo cosas: David Vann, Knausgaard, Muñoz Molina€ intento anotarlo porque luego olvido la procedencia.

Se cita incluso a sí mismo, en la novela Rosie & John.

Estaba escribiendo una escena y pensaba: "Esto ya lo he escrito", busqué un poco, lo encontré y me dije: "Vaya, si me quedó mejor aquí, en este libro anterior", y copié un párrafo integralmente de Rosie & John. Hay también cosas de Virginie Despentes€

¿Las escenas de sexo?

No. En Vernon Subutex, su última novela, ella dice que, pasados los 40 años, la vida de cada uno de nosotros se parece a una ciudad bombardeada. Yo buscaba una imagen potente para definir lo que la gente sentiría al abrir la puerta de su casa tras la devastadora tormenta. Recordé la imagen de la ciudad bombardeada y la puse. No es que Despentes tenga los derechos de autor de la expresión, pero si no hubiera leído su libro habría escrito otra cosa.

Las sorpresas finales son importantes€

No soy tan buen escritor como para poder permitirme no tener un buen final. A Ray¬mond Chandler no le importaba nada la mecánica de la narración. Una vez, un director de cine que adaptaba una historia suya le llamó para preguntarle: "Oye, el tipo ese al que matan, ¿quién es el asesino?", y él respondió: "No tengo ni idea...". ¿Y qué más daba? ¡Era Chandler!

"El quinquenato de Hollande ha sido, intelectualmente, humillante. Le diría al mundo: perdónenos, a los franceses, por ser tan mediocres. No va a quedar nada de él. Sólo un vacío"

A pesar de la oscuridad del tema, hay sentido del humor.

Sí, no puedo evitarlo. Soy como en la vida: me divierto mucho, bromeo, y con mis personajes, también, amo los personajes ridículos. Es reconfortante que Émilie sea guapa e idiota, si una mujer tan bella fuera, además, inteligente, nadie lo soportaría.

Hay un elemento subterráneo de crítica política, de algún modo pone en cuestión el sistema de sanciones ante unos hechos como esos. El lector se pregunta si realmente lo mejor es que a Antoine lo pille la policía y sea castigado. El médico duda también de si decir la verdad o esconderla.

Son temas morales, más bien. El secreto de Antoine no lo es realmente, porque hay al menos otras tres personas que sospechan algo, aunque no tienen la valentía de plantearle la cuestión. Cualquiera de ellos podría descubrir la verdad€ pero no lo intentan.

El lector no quiere que le descubran.

No. Pero también se compadece de los padres de la víctima, que jamás sabrán la verdad, a ellos les han privado del necesario duelo ante un drama semejante. Antoine les roba sus imágenes de dolor, los sume en la incertidumbre. Estamos satisfechos de que no le pillen, pero condenamos lo que le hace a esa familia.

Hay una tormenta e inundación devastadoras, que todo lo destruyen y cambian.

La tormenta lo va a destruir todo, incluyendo la historia, el crimen€ Parece que la tragedia va a quedar limpia, pero€ los dioses tienen sus planes y han decidido que Antoine tenga que pagar toda su vida por lo que ha hecho.

Una tragedia griega, casi.

Eso espero. El final es clásico, y a los dioses y al destino no los detienen las leyes de los hombres. Los dioses velan por nosotros.

¿Hubo un caso real que le inspirara?

No. Ha habido muchos casos de niños asesinos, en EE.UU., que robaban la pistola a su padre. La modernidad ya no presenta a la infancia como una etapa inocente e ingenua. Nunca lo fue, pero antes se daba esa imagen.

Una curiosidad: ¿ejerció como psicólogo?

No mucho tiempo. Unos diez años.

¿Y le ha servido para escribir?

La literatura me ha enseñado mucho más que la psicología. La vida está más definida en los libros, la literatura es una enorme máquina dedicada a comprender el mundo, mucho más rica que la psicología, que veo como un campo más cerrado.

Hay novelas que sirven como terapia.

No sé si cura, pero sí te ayudan a comprender el mundo y a comprenderte a ti mismo. Si estás celoso por amor, puedes leer tratados de psicología, pero lo mejor es Proust, mejor que ir al psicólogo. Por el camino de Swann te explica mejor las cosas, porque lo hace no en clave intelectual sino afectiva, te identificas con Swann, vives con él y comprendes mejor el sentimiento.

De hecho, la crítica que le hacen a Freud es que su obra es básicamente literatura.

Sí. El interés de Freud es que buscó en la literatura la validación de sus teorías. Recuerde su prefacio paraLos hermanos Karamazov, sobre el parricidio. Lo hace también con Edipo rey de Sófocles. ¿Dónde busca las pruebas de que sus teorías son ciertas? ¡En las novelas! Ahí encuentra cómo explicar sus conceptos, en la ficción. Freud fue el primero en ver que la literatura nos describe como ningún otro método. Las teorías freudianas son la mayor muestra de la potencia y el poder de la literatura.

También aborda usted la paternidad, un tema muy freudiano, y el azar o la banalidad del hecho de ser padre.

He dudado mucho sobre este tema. ¿Debería Antoine tener un padre? Tiene un padre ausente. Si hubiera tenido un padre, ¿le hubiera sucedido todo esto? Creo que no habría sido un niño depresivo, no habría estado así, tan agresivo, tan solitario, con esa madre tóxica. Con un padre, su cólera no hubiera sido esa olla exprés a punto de estallar. La madre rechaza darle un padre de sustitución. A grandes rasgos, ese es su drama: que no tiene padre.

Dicen que esa madre tóxica se parece a la suya

Son cosas en las que pienso luego. Utilizo la literatura para procesar lo que me ha pasado. Es verdad. Suelo decir que hay madres buenas, pero hay que buscarlas.

Como escritor francés, se le supone un cierto compromiso social. Europa mira a Francia con inquietud.

Mi compromiso es social, más que político. He aceptado ser embajador de Secours Populaire, una gran asociación en la que milito, que combate la pobreza y ayuda a los más desvalidos. Si me pregunta por la política, me sitúo en un ámbito de izquierdas y me siento a la vez inquieto, triste y aburrido. El quinquenato de François Hollande ha sido, intelectualmente, humillante. Le diría al mundo: perdónennos, a los franceses, por ser tan mediocres. Ese tipo ha pasado cinco años en su puesto de trabajo y no va a quedar ninguna huella. Sólo un vacío anonadante. No ha tenido ninguna ambición, ningún proyecto, ninguna idea, ninguna medida, ha dejado las cosas pasar. Pasemos esa página cuanto antes. Hemos perdido cinco años, viendo subir a la extrema derecha, aumentando la brecha entre los más ricos y los más pobres. Hollande ha hecho que más de medio millón de niños sean mucho más pobres. Ese es su balance. Con un gobierno de derechas lo vería normal. Pero a la izquierda lo mínimo que puedes pedirle es que corrija las cosas un poco. No creo que las presidenciales sirvan de gran cosa. Los que servimos somos nosotros, lo que sirve es ponerse de pie, las protestas callejeras, el 15-M en España, Occupy Wall Street en Estados Unidos, esos movimientos sociales creativos, imaginativos y frescos. Hay una juventud inteligente, que piensa en su futuro y en el del planeta. En eso creo.