Tras un par de años perdida por el mundo, Carrie Mathison (Claire Danes) ha vuelto a Estados Unidos. Tras la desaparición de Brody, Homeland se reinventó a sí misma lanzando a su protagonista a desbaratar en cada temporada intrigas terroristas en diferentes escenarios como Pakistán o Alemania. Para esta sexta temporada, Carrie ha vuelto a casa, pero no se trata de los Estados Unidos que cada día vemos en los informativos. La acción ha arrancado en los días previos a la toma de posesión de la nueva presidenta de los Estados Unidos, Elisabeth Keane. Mujer, de carácter progresista y a la que no le gusta demasiado la guerra sucia de los servicios secretos de su país contra el terrorismo. Vamos que todo apuntaba a que los guionistas pensaban que Hillary Clinton iba a ganar las elecciones y la realidad les ha metido un gol por toda la escuadra. Con tres episodios emitidos en España y dos temporadas más planificadas hasta el año 2019, aún es pronto para saber cómo la victoria de Donald Trump incidirá en lo que había planeado para la serie. Sin embargo, los creativos de Homeland ya se han puesto las pilas y han dejado caer sobre el tapete las semillas para adaptarse a la nueva situación. Tampoco hay que descartar que la toma de posesión de la nueva presidenta sea el escenario más adecuado para perpetrar otro atentado, con lo que la adaptación a la realidad tendría un remedio radical o, incluso, que fuera una situación ya prevista por los creativos desde el prinicipio o que de las cenizas del ataque acabe naciendo un monstruo.

En el segundo episodio, oíamos en varias escenas una voz anónima desde una pantalla de televisión daba consignas populistas y demagógicas que recordaban mucho al discurso del actual inquilino de la Casa Blanca durante las elecciones. Esos planos no están ahí por casualidad. Puede ser un guiño a la nueva situación del país o puede ser la semilla para futuros argumentos. Homeland siempre ha mezclado realidad y ficción, tratando de adaptarse a la actualidad al máximo. La pasada temporada, ambientada en Europa, pudo incluir alusiones a los atentados de París. También en los títulos de crédito aparecían imágenes sacadas de los informativos, con intervenciones públicas de líderes de la política mundial como Barack Obama o Ángela Merkel. Hasta este año. Los políticos reales han desaparecido de la cabecera de la serie. La situación política parece haber abocado a Homeland a ser una de esas series con presidentes imaginarios, como pueden ser House of Cards, Veep o Scandal. Sin embargo, persisten los esfuerzos para no despegarse de la realidad, donde el futuro del tratado nuclear firmado entre Estados Unidos e Irán es una de las claves de la trama y hay alusiones a la masacre en una discoteca de Orlando.

Durante las primeras temporadas de Homeland, Obama era el presidente de los Estados Unidos en el argumento, mientras que el vicepresidente sí que era un personaje de ficción y uno de los objetivos de Brody. Si a muchos el personaje ya nos recordaba mucho al Dick Cheney de la realidad (que fue vicepresidente con George W. Bush) , sólo hay que apuntarse un dato para darse cuenta de que esto es algo más que una sospecha. El real Dick Cheney desactivó la red inalámbrica de su marcapasos por consejo de su médico para evitar que el dispositivo pudiera ser hackeado por algún terrorista que quisiera asesinarle. Algo que a los espectadores de la segunda temporada seguro que les trae viejos recuerdos.

La vuelta de Homeland a Estados Unidos abre también la puerta a la posibilidad del regreso de la familia de Brody a la serie, que fue barrida de los guiones de un plumazo tras la desaparición del personaje. La temporada ha empezado de manera reposada, como viene siendo habitual, colocando las piezas de los personajes en el nuevo tablero. Carrie y Saul parece que siguen estando en bandos opuestos y la relación entre ellos sigue pasando por sus momentos más gélidos. Peter Quinn, que fue el personaje que acabó en peor situación en la quinta temporada, ha empezado lamiéndose las heridas, recuperándose de las graves secuelas de su atentado y adaptándose a su nueva situación. En cuanto a la nueva presidenta, se trata de Elisabeht Keane (interpretada por Elisabeth Marvel) que tiene una estrecha relación con Carrie, ya que la asesora en secreto sobre cuestiones de seguridad nacional en los días previos a su toma de posesión. La actriz ya interpretó a una de las rivales de Frank Underwood en la carrera por la presidencia de los Estados Unidos en House of Cards.

Hace ya unas semanas hicimos un repaso a las repercusiones que había tenido la victoria de Trump en las series de televisión norteamericanas. El influjo de la realidad en la ficción sigue llegando y el nuevo inquilino de la Casa Blanca viene inspirando todo tipo de argumentos a los guionistas, aunque ninguno positivo. Este fin de semana nos llegará el spin-off de The Good Wife que nos promete mucha polìtica. Y Ryan Murphy ha anunciado esta misma semana que el tema de la séptima temporada de American Horror Story serán las últimas elecciones norteamericanas. Un tema que seguro que a más de uno le pondrá los pelos de punta.