Pola de Siero, Pablo ANTUÑA

Hay historias en las que sus protagonistas no entenderían la vida sin el deporte. Y no siempre sucede bajo el tópico de la vocación, en ocasiones, aparece de forma circunstancial, pero acaba convirtiéndose en un modo de vida. Hasta el punto de crear casi una adicción y pasar a ser una vía de escape.

Es el caso de lo que sucede con Chus Abad, un exfutbolista que disfruta su tiempo libre con diversas competiciones de atletismo y piragüismo, además de alguna partida de pádel con los amigos, o sus incursiones en el mundo del esquí. Nacido en Gijón en 1965 -aunque lleva más de veinte años viviendo como un poleso más- con apenas diez años inició su aventura en el mundo del fútbol. Lo hizo en el conjunto del Vanguardia de Gijón, antes de dar el salto al Sporting. En Mareo disfrutó del fútbol en las categorías inferiores y llegó a dar el salto al primer equipo, aunque sin llegar a debutar. En la temporada 1988-1989 hizo la pretemporada a las órdenes de Txutxi Aranguren, pero junto a Monchu, Óscar Celada y Marino se fue cedido al Langreo. Tras una gran temporada no pudo renovar su contrato con el club rojiblanco y puso rumbo a Ponferrada. «Estuve dos años. Teníamos un gran equipo y disputamos hasta el último día la posibilidad de subir a segunda, pero nos quedamos a un punto del Avilés, que fue el que ascendió». Así, en el año 1993, Chus Abad volvía a su casa para dedicarse a su familia y seguir vinculado con el Club Siero, en la época dorada del conjunto que por aquel entonces jugaba en el Luis Miranda. Chus Abad disfrutó mucho de su aventura en el fútbol, pero con apenas 28 años decidió dejar su actividad profesional. Sin embargo, el destino le iba a deparar aventuras inimaginables en el deporte.

La primera le llegó en el mundo de la bicicleta. Su inicio fue en el Club Clicismo La Fumarea y con marchas clicoturistas como la «Transcantábrica». Un breve periodo que le hizo ganarse alguna amistad de este mundo como la de Alejandro Torralbo, mecánico en la actualidad del CSC.

Aunque el mayor cambio estaba por llegar. Un día, Tino Ornia, compañero de Fernando Noval, le animó a sustituirle en el descenso del Sella. Chus Abad nunca había practicado el piragüismo, pero un mes de abril se atrevió a probar la experiencia. «Me habían regalado una bicicleta para que empezase a competir, pero coincidió con la proposición de suibirme a una piragua y me cautivó. Apenas tres meses después estaba participando en el Sella y ya llevo ocho años seguidos con Fernando Noval», comenta. Y no les ha ido nada mal, ya que en su mejor participación lograron bajar su registro a una hora y veinte minutos y ayudar al Kayak Siero a lograr el título por equipos, a la par que bajaban su mejor registro en la prueba en diez minutos.

Y junto a todo esto, la otra gran pasión de Chus Abad es el atletismo. Una aventura que nació a nivel competitivo de forma también circunstancial. Y es que su incursión en este mundo se ceñía a la San Silvestre y a la Media Maratón de Siero. «Un año vi en una revista que el día de mi cumpleaños, el 4 de abril de 2004, había una maratón en Vitoria y decidí apuntarme. Llegué a meta haciendo 3 horas y 50 minutos y me caían las lágrimas. Llevé un compañero porque no sabía si se podía conducir a la vuelta y decidimos quedarnos. No tenía ningún tipo de experiencia, pero como me encantó tanto decidí repetir». Y tanto que repitió. En los últimos años, Chus Abad ha estado en Madrid, Barcelona, Roma, Nueva York, Londres, Hamburgo, y el pasado mes en Sevilla. Su exigencia va creciendo y lo que empezó como aficionado ya se ha convertido en una cita obligada en el calendario, con al menos dos pruebas -el próximo mes de septiembre estará en Berlín-, y un reto a cumplir. «Quiero bajar por fin de las tres horas, siempre me quedo a unos minutos de bajar esa marca, pero no soy capaz de lograrlo. La clave para conseguirlo creo que estará en cambiar el planteamiento. Si bajo esos dos o tres minutos en la media maratón, podré afrontar con mayores garantías la prueba», señala Abad.

Actualmente compite y a la vez preside el Club CorreSiero. Todo esto, porque casi sin quererlo, el atletismo ha llegado a ser casi indispensable en su vida. Y es que corriendo, Chus Abad se siente muy cómodo y apenas le supone un esfuerzo, hasta el punto de que haciendo el Camino de Santiago, no podía casi seguir el ritmo de sus compañeros. «Se me cargan más las piernas caminando que corriendo. Tenía que trotar en algún momento del trayecto porque cansaba menos que si iba caminando al ritmo del resto de compañeros», comenta Abad.

Y por si todo esto fuera poco, en sus ratos libres, alguna partida de pádel o una excursión a la nieve siempre están disponibles en la agenda de Chus Abad. «Lo que más agradezco es la paciencia de mi mujer Gemma, y de mis hijas Ana y Lucía, porque ya se han acostumbrado a mis cambios de modalidad deportiva, pero aún así se arman de paciencia para acompañarme y aguantarme todas mis aventuras. La próxima creo que será probar en el mundo de las carreras de montaña», concluye con una sonrisa Chus Abad.