El fútbol nunca cierra la puerta a los más jóvenes. Da igual la edad que se tenga, nunca es tarde para empezar a jugar o para gozar de una segunda oportunidad. Lo más habitual es que los inicios sean en pista o a lo sumo en alevines. Sin embargo, el Colegio Riaño ha decidido saltarse todas estas premisas y embarcarse en una aventura arriesgada, pero muy ilusionante.

El conjunto cadete que prepara Aitor Díaz cuenta con la mitad de la plantilla novata en el mundo del fútbol. O eso o con una participación testimonial. Hasta siete de los quince miembros del equipo afrontan un año de aprendizaje. «Por mucho que se entrenen se nota la falta de ritmo de competición. Es otro mundo cuando llega el partido los sábados. Hay días que se ponen nerviosos y se bloquean. En el entrenamiento se defienden muy bien, pero luego no responden en el momento clave».

Cipriano Roza, Antonio Villabrille, Aitor Alunda, Gerardo Arribas, Carlos Andrés, Miguel Jiménez y Asur Rodríguez son los siete debutantes esta temporada en el mundo del fútbol. Aunque con alguna excepción. Cipriano Roza había jugado apenas unos partidos hace años. «Me costó mucho volver. Juego de extremo derecho, pero me costó mucho adaptarme a colocarme. Alguna vez me entró gana de tirar la toalla, pero aún así seguí. Me dan igual los resultados vengo a jugar y a pasarlo bien, porque de otra manera estaría en casa jugando a la play station», señala. Una situación casi idéntica a la de Carlos de Andrés. «Había coincidido con Aitor en el Langreo, me llamó y decidí volver. Antes jugaba de delantero, pero me dijo que no corría nada y me puso de defensa. Ahora igual sigo muchos años en el fútbol», comenta el jugador. Aunque sin duda el mayor ejemplo de superación es el del Asur. El jugador llevaba varios años en el club, pero sin apenas minutos. Vive en San Tirso y va al instituto a Mieres. Su pasión por el fútbol hace que no tire la toalla, pese a ser conscientes de sus limitaciones, sigue luchando desde su posición de delantero por inaugurar su casillero de goles esta temporada. Asur quiere seguir: «Echamos muchas risas, hago deporte y lo paso bien».

En cada entrenamiento, Aitor Díaz trabaja para enseñarles algunos de los aspectos más básicos del fútbol: «Les falta aprender colocación, tácticas, enseñarles las normas básicas. Son cosas que se notan». Asimismo, el preparador del conjunto cadete les pide compromiso semana tras semana. «Trabajo principalmente con ellos la intensidad. Que cuando pierdan el balón no se queden quietos y mirando para el rival. La claves es que aprendan a luchar para robar el balón», analiza Díaz.

Pese a que varios jugadores comienzan en el fútbol, su ilusión no es comparable a la de un benjamín o alevín. «No es la misma motivación. Vienen de forma libre, pero están en una edad complicada que hablan de cosas que no están relacionadas con el fútbol y cuesta mucho centrarlos», comenta el preparador langreano.

El trabajo día a día en Peña Villa tiene un objetivo claro. « Queríamos tener un equipo que durase todo el año y de momento lo estamos consiguiendo. Hicimos milagros porque para completar la plantilla encontramos a gente que no estaba en el mundo del fútbol. Algunos vinieron por hacer un favor y ahora están todos centrados en la causa», comenta Díaz. Pese a todo, Aitor Díaz espera que este esfuerzo tenga su recompensa: «Si se descompone este equipo el año que viene, no habrá servido para nada el trabajo de esta temporada. Vamos compitiendo mejor, no tiramos el partido en el minuto 20 de partido».