Juanele, Oli, Esteban o Joaquín Villa representan a las decenas de generaciones que aprendieron a jugar al balón en San Martín . Unas instalaciones que han marcado al equipo del barrio gijonés de Veriña desde su fundación en 1960. Primero como Atlético Venecia, y tres años más tarde adoptando el nombre de una de las zonas industriales de la ciudad para su particular factoría del fútbol. Los más de 200 chavales que militan en los 17 equipos del club esta campaña también pasarán a la historia por ser los últimos en jugar en el vetusto San Martín, que echará el cierre en junio para seguir creciendo lejos del campo que le vio nacer.

El alarmante deterioro de las instalaciones ha obligado al Veriña a buscarse una nueva casa. El club tenía previsto trasladarse a los campos que se construirán junto al área residencial Ecojove. Una urbanización que se ha ido retrasando en los últimos años debido a la crisis y a algunos flecos administrativos. Tras ver como parte de la instalación eléctrica terminaba derribada por un temporal de viento el pasado mes de septiembre, la paciencia del club acabó agotándose. Se iniciaron los trámites para encontrar una nueva sede, y las conversaciones ya están avanzadas para trasladarse a los campos de la Federación, en Roces.

El acuerdo con el Ayuntamiento de Gijón es inminente y permitirá que, temporalmente, la estructura del conjunto rojinegro continúe creciendo. La idea del Veriña es entrenar y disputar sus partidos en Roces hasta que la edificación de su nueva sede se concluya. Esta construcción contempla la creación de dos campos de hierba sintética que compartirán con Cimadevilla y Gijón Industrial.

Si San Martín está viviendo su ocaso, la estructura deportiva está más viva que nunca. El conjunto de Liga Nacional y el Segunda juvenil marchan líderes y se encuentran a un paso de lograr el ascenso de categoría. El lustre del Veriña, equipo que más veces ha logrado el Torneo Barrios después del Sporting, sigue intacto a pesar del paso de los años.