Sus ojos verdes están llenos de la ilusión y naturalidad que a otros muchos les faltaba hasta esta temporada. Y es que llegar a competir en categoría cadete no ha sido sencillo para Ana Valles Camiseira. La Federación Asturiana solo permitía que chicos y chicas jugaran juntos hasta edad infantil, una etapa que el pasado mes de junio cumplió esta gijonesa de 14 años. La Territorial estudió la posibilidad de dar un margen de dos temporadas más a esta prometedora portera, que ya ha entrado en cuatro convocatorias de la selección española. El cambio de norma permitió derribar una de las puertas que todavía existen en un deporte netamente masculino.

Ana Valles ve con normalidad que cada fin de semana pueda saltar al campo junto a sus compañeros de La Braña, todos ellos chicos. La misma que afirma encontrarse entre los rivales y el público que asiste a los partidos. Aunque evite reconocerlo, ha protagonizado una pequeña revolución en el fútbol asturiano que ha permitido que otras seis niñas sigan su camino y se hayan estrenado esta temporada en categoría cadete en clubes como el Vallobín, Peña Marigil, Versalles, La Corredoria, Llanera y Arenas del Sella. «El fútbol femenino está creciendo y quizá evoluciona más rápido que otros estamentos», explica la gijonesa, que reside en el barrio de Somió. Y es que lo único extraño de esta historia es que la normativa haya tenido que darse cuenta este año de que, más allá de géneros, jugar al balón es algo universal.

Ana Valles tuvo claro que quería jugar al fútbol con apenas 6 años. «Cada vez que veía una pelota se volvía loca y decidió ir a probar en un partido», recuerda Nieves, su madre. Ella prefería que continuara con el ballet, pero el balón terminó dejando las zapatillas en el armario. Javier, su padre, había sido portero durante muchos años en el fútbol aficionado y se convirtió en su mejor maestro. Ana fichó por el Montevil, donde permaneció tres temporadas. Le siguieron otras tres en la Escuela de Fútbol de Viesques y una en el Oviedo Moderno, antes de recalar en La Braña el año pasado. En el conjunto azulgrana cumple su segunda campaña y ha devuelto el esplendor a un club que hacía años que no tenía a uno de sus jugadores en la selección española.

«Jugar con España es lo máximo», asegura esta joven gijonesa, que hace escasas semanas estuvo presente en la última concentración del combinado nacional sub-16. Ana aspira a llegar a la absoluta, aunque cree que el camino para seguir creciendo puede estar al otro lado del océano. «Me gustaría irme a estudiar Bachillerato a Estados Unidos porque allí el fútbol femenino tiene un nivel muy alto y puede servirme para progresar en todos los ámbitos», afirma esta alumna de 3º de la ESO del Colegio Corazón de María. Su dificultad con las matemáticas y el inglés parecen poco problema para una chica acostumbrada a saltarse cualquier barrera.

La familia de Ana Valles se ha volcado para que «la niña pueda cumplir su sueño». Mientras sus padres siguen de cerca su evolución en el campo, su abuela Berta Cortina es quien se encarga de ponerle al día de la actualidad del Sporting . Ambas aprovechan para charlar los pocos ratos libres que le quedan a Ana tras los entrenamientos en El Mortero, campo de La Braña, y en la escuela de porteros Dorsal 13, donde amplía su formación. «Un buen guardameta tiene que tener colocación, visión de juego y rapidez», explica exigente la protagonista, que trabaja para ser considerada la futura heredera de sus ídolos, Casillas y Víctor Valdés. Y es que no todo en el fútbol es cosa de hombres.