El defensa central Iván de la Roza (Gijón, 1995) pasó de las lágrimas de la desesperación a la alegría. Hace año y medio le detectaron una lesión cardiaca (síndrome Wolf Parkinson) y hace apenas una semana, después de una operación de nueve horas en el hospital de La Paz , en Madrid, Iván recuperó la ilusión porque volverá a los terrenos de juego

Este chaval de 17 años sale por fin del oscuro túnel, tras la intervención quirúrgica a la que se sometió el pasado día 26. El pasado jueves fue a Covadonga con sus padres y su abuela a dar gracias a La Santina y mañana acudirá a la Federación Asturiana a ver al doctor Rodas y pasar el reconocimiento médico que le devolverá la licencia de jugador.

La pesadilla de este central del TSK Roces empezó en diciembre de 2010, tras entrenarse con la selección ssturiana cadete. «Sentí mareos y el corazón acelerado por una taquicardia. Luego, me pasó, pero seguía doliéndome el pecho. Me llevaron al hospital de Cabueñes y en un electrocardiograma me descubrieron el problema. Me obligaron a dejar el fútbol porque me podía dar una parada cardiaca, o un infarto».

«Lloré muchas veces porque el mundo se me caía encima. No podía vivir sin el fútbol. En el club me pusieron a entrenar prebenjamines para distraerme y me gustaba, aunque hace falta tener paciencia». señaló. Luego, en marzo de 2011, en el Hospital Central de Asturias le hicieron un cateterismo y después en agosto otro en Madrid sin solucionar el problema. Sin embargo, una nueva intervención en el hospital La Paz, en Madrid, le volvió a abrir las puertas del fútbol.

Iván reconoce que «era una operación más arriesgada que duró nueve 9 horas. El doctor ya me confirmó que puedo volver a jugar a fútbol y con riesgo cero. Estoy muy ilusionado por empezar ya a entrenarme y preparar bien la próxima temporada. Estoy recibiendo muchas felicitaciones y apoyos de los amigos y toda la gente del fútbol. Vuelvo a ser jugador».

Ivan estudia primero de bachillerato, pero tuvo que dejarlo antes de los últimos exámenes debido a la preparación para la operación en la capital de España. Ahora piensa en «empezar a entrenar a un ritmo suave con el equipo juvenil B y luego hacer una buena pretemporada para compensar este largo parón. Seguro que cuando salte al competir me pondré nervioso, pero serán unos días hasta que vuelva a coger la rutina».

Un jugador de gran progresión

Iv án de la Roza empezó en el fútbol a los 4 años y a los 6 llegó al Roces del fútbol sala para luego ser campeón de Asturias de alevines en 2007. «Con Alex Serrano y Jorge, que ahora están en el Sporting, y también Diego, eran los pesos pesados de aquel equipo », dice el coordinador Víctor Holguera.

A este gijonés de Cimadevilla, que mide 1,85 metros de altura se le consideraba un central contundente, fuerte, y rápido que le pega con las dos piernas. Era muy bueno en el juego aéreo y también le gustaba salir con el balón jugado desde atrás como se pide en el fútbol moderno.

Los técnicos consideran que todo eso no se olvida en tan poco tiempo y que seguirá su buena progresión en cuanto vuelva a competir con asiduidad.

Una de las cosas que tiene muy motivado a Iván de la Roza es que «antes de descubrirme el problema del síndrome de Wolf Parkinson llevaba realizando todos los entrenamientos con la selección asturiana de cadetes, desde septiembre hasta diciembre. Además de jugar con mi equipo del Roces. Al final acabamos subcampeones de Asturias, aunque yo ya no pude participar en la segunda parte de la temporada».

Ahora este gijonés que cumplió 17 años, el pasado 1 de abril, tiene claro que «me tengo que poner a trabajar duro . Por falta de ganas y motivación no va a ser. Lo primero es tener el alta de la Federación Asturiana de Fútbol. No creo que tenga problemas para conseguirla porque tengo el informe del doctor que me operó, en el que se indica que puedo ya competir sin riesgo y hacer deporte de alto rendimiento. Ahora. las lágrimas son de emoción y de alegría porque vuelvo a ser futbolista».

Iván de la Roza dejará de ser entrenador del equipo de prebenjamines de 4 años. «Me estaba gustando, aunque hay que tener paciencia con los niños en esos primeros pasos, pero ahora mi prioridad es volver a ser futbolista». Cada visita al campo Covadonga se convierte en un aluvión de felicitaciones por su regreso a la vida normal y al deporte.