Parece ser que varios paises están presionando a la Federación Internacional de voleibol para que incorpore la tecnología punta y esto ayude a la labor arbitral. La Federación parece decidida a abrir su tinglado a los cautro vientos y en estos momentos se plantea implatar y poner en práctica este sistema.

Las selecciones nacionales y la mayoría de los equipos de alta competición se vienen quejando de injusticias arbitrales lo que les ocasiona grandes perjuicios económicos y deportivos. Esto no ocurre solamente en el voleibol sino también en otros muchos deportes, leases por ejemplo fútbol o balomano, otros como el tenis ya lo tienen incorporado con buenos resultados.

El árbitro está en la cancha y ahí es la máxima autoridad, ningún jugador tiene derecho a rechistarle pero como no es Dios y, por tanto, no pude verlo todo, a veces en ciertas jugadas, duda. Cuando esto sucede el árbitro auxiliar le hace la indicación pertinente para que si el árbitro principal lo estima oportuno dar la decisión final de acuerdo al critiero de su ayudante o al suyo propio.

No hace mucho leí, y así lo transcribo, que en un partido de rugby entre los equipos del Munster irlandés y el italiano Benneton de Treviso, el árbitro galésn Nigel Owens llamó a tobías Botes, jugador del Benneton que se había quejado en plan poligonero, como hacen algunos futbolistas -algo inadmisible en el rugby- y le cantó las cuarenta. Empezó dicéndole que, por si no lo sabía, él era el árbitro del partido y hacía su trabajo y si el jugador hacía el suyo todo iría bien, alegato que remató con la frase que se ha convertido en histórica: «esto no es fútbol», ¿queda claro?

Por eso, si la incorporación de las nuevas tecnologías al voleibol redunda en aumentar su pureza en el juego y evita caldear los ánimos, bienvenido sea.