Oviedo, Antonio LORCA

En Oviedo el deporte empieza a ser cosa de mujeres. Y es que los equipos femeninos están recogiendo lo que llevan ya mucho tiempo sembrando. Un trabajo en la sombra que ha cristalizado en tres equipos que merodean por la elite femenina del deporte español.

El Oviedo Moderno y el Oviedo Balonmano Femenino están en la lucha por ascender a la máxima categoría de sus deportes. El Universidad, por su parte, ha completado un regreso a Liga Femenina 2 -la segunda en importancia del baloncesto español- más que notable. Las estudiantiles se conformaban con la permanencia y al final llegaron a coquetear con la posibilidad de clasificarse para la fase de ascenso a la máxima categoría.

Lamentablemente los éxitos deportivos no pueden esconder los problemas que sobrevuelan al deporte, sobre todo cuando lo ejercitan mujeres. El principal obstáculo es el económico. En una coyuntura como la actual, en la que se recorta en todo, los equipos femeninos sufren con especial virulencia la crisis. Las instituciones cada vez tienen menos para subvencionarlas y las empresas, que no están para muchas fiestas, prefieren volcarse con equipos de hombres, suponiendo que así tendrán más visibilidad.

En esta situación, las nueve mujeres que ha reunido LA NUEVA ESPAÑA, pesos pesados de estos tres equipos, asumen con naturalidad que, a pesar de estar entre las mejores en sus deportes, no podrán vivir de ello. Lo que ya no soportan tan bien es la dificultad que existe incluso para que sus equipos puedan salir a competir.

De los tres, el que tiene una situación menos sujeta a la incertidumbre es el Universidad de baloncesto. Las dudas llegaron la temporada pasada, con el ascenso. La Universidad se vio obligada a recortar en casi todo y el deporte no podía ser una excepción. Al final la tijera no llegó a un grupo de jugadoras que tan solo suponían una beca para sus estudios (todas están matriculadas en la Universidad) y sufragar diez viajes en la temporada.

Más problemas tienen el Oviedo Moderno y el Oviedo Balonmano Femenino. Ambos conjuntos viven con la frustración de que las cuentas de sus clubes no están a la altura de sus posibilidades deportivas. Ambas son entidades de cantera, equipos con solera y con una larga trayectoria en la formación de deportistas. El Oviedo Moderno ha estado ya muchos años en la elite y ahora trata de regresar a ella. En las dos temporadas que lleva en Segunda División ha perdido dos partidos y empatado uno. El resto, victorias. A dos jornadas para el final de la Liga están a un paso de clasificarse para la fase de ascenso, en la que se juegan la temporada.

Espectacular también está siendo la campaña del Oviedo Femenino. Las carbayonas se han clasificado, a falta de una jornada para el final de la temporada, para la fase de ascenso a División de Honor , la máxima categoría femenina de balonmano en España. Y lo han hecho con una plantilla de jugadoras que se han formado en el club, entre las que hay seis en edad juvenil.

En representación del Oviedo Moderno están Montse Tomé, Irene del Río y María Rodríguez «Maru». Tomé, natural de Pola de Siero, ha vuelto esta temporada al club de toda su vida, en el que se formó. De las nueves mujeres que se han reunido con LA NUEVA ESPAÑA es la única que he podido vivir alguna vez del deporte. A sus 30 años, Tomé ha regresado a Asturias después de jugar tres temporadas en el Levante y dos en el Barça. Ha sido internacional en las categorías inferiores de la selección española y también en la absoluta. Para ella la progresión de las mujeres en el deporte es incuestionable: «El Oviedo Moderno tiene una escuela con 150 niñas. Ha habido una evolución».

A nivel profesional, Tomé reconoce que en el fútbol está todo muy mal repartido: «Hay mucha diferencia entre los equipos. Hay dos o tres que son medio profesionales y las jugadoras del resto de equipos de Primera no reciben dinero por jugar. Eso marca la diferencia». La capitana del equipo de fútbol ovetense, Irene del Río, que, a sus 21 años lleva ya nueve en el club, explica que no tienen dinero para subir. «Es muy difícil que tengamos medios para jugar en Primera. Es complicado que lleguemos al mínimo para que no nos cueste dinero».

La portera Maru, ya recuperada de una grave lesión, explica su experiencia en el Atlético de Madrid, donde estuvo durante una temporada: «Allí tenías médicos, fisios... Unos medios que aquí son impensables. Yo no vivía del deporte, pero me ayudaban a compatibilizarlo con los estudios».

Pero si las jugadoras del Oviedo Moderno son pesimistas con la posibilidad de ascender, las del Oviedo Femenino tienen problemas hasta para jugar la fase de ascenso, así que subir parece una quimera. En representación de este club están las mayores : Sara Garcíá, Alicia Martínez y Vicky Iglesias. Las tres tienen 28 años y forman una de las primeras generaciones de un club fundado en 1985. Llevan toda la vida jugando juntas y ahora disfrutan del momento más dulce en su vida deportiva: la primera fase de ascenso a División de Honor.

Alicia Martínez es la capitana del equipo y no esconde que en el balonmano «se ha ido para atrás. Cada vez hay menos jugadoras que pueden vivir de esto y las mejores se han ido de España». Las tres repiten un lamento, que es casi un lema: «Somos balonmano y encima femenino». Alicia cuenta una anécdota que explica por sí sola la frustración que pueden llegar a experimentar: «Cuando la selección española ganó la medalla de bronce en los Juegos hubo gente que me dijo: 'No sabía que las chicas juegan a balonmano'». Sara, por su parte, explica los problemas más acuciantes del club, que pasan por la próxima fase de ascenso: «Vamos a tener que viajar y pasar tres días fuera y los directivos están locos buscando de donde sacar dinero para pagar esos gastos. Las juveniles, que se han clasificado para el campeonato de España, tendrán que pagarse ellas -sus padres- el viaje». A pesar de todo, Vicky reivindica lo que han logrado: «Es un orgullo. Hemos hecho historia con las jugadoras de casa».

Con la temporada finiquitada, Lara Fernández, Sara Fernández y Miriam Díaz, del Uni, se solidarizan con sus compañeras. Vista la situación por la que atraviesa el deporte, son conscientes de que la beca de la que disfrutan no es poca cosa. «Al menos es algo seguro. En muchos equipos prometen que van a pagar y después del primer mes las jugadoras ya no vuelven a cobrar», dice la capitana del equipo, Lara, que esta temporada ha empezado a compaginar sus estudios con un trabajo en el colegio de Los Dominicos y reconoce que anda «un poco loca».

Las tres son de la opinión de que el nivel de las ligas femeninas de baloncesto en España ha bajado mucho. «Tuvimos el referente de Amaya Valdemoro, pero, a ese nivel de popularidad, no le ha seguido nadie», explica Sara Fernández. Miriam asiente y reconoce que «el nivel ha bajado muchísimo».

Al preguntarle a las nueve por qué suceden estas cosas surgen varias quejas: «La gente no viene a vernos», «los patrocinadores prefieren ayudar a equipos de hombres en categorías inferiores a las nuestras», «no salimos en los medios de comunicación». Pero también hay esperanza en sus rostros y mucha ilusión por alcanzar nuevas metas. Para conseguirlo, Irene del Río no tiene duda de que hay que «seguir trabajando con la cantera. Que las niñas tengan equipos donde y que sepan que pueden ser deportistas». Ellas son el ejemplo.

El Oviedo Moderno ha ganado todo, salvo dos derrotas y un empate, en las dos últimas temporadas y luchará por subir a Primera

El Oviedo Balonmano se ha metido en la fase de ascenso a División de Honor con un equipo de cantera en el que hay seis juveniles

En el regreso a Liga Femenina 2, el Universidad de baloncesto superó el objetivo de la permanencia y ha estado cerca de las primeras plazas