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Un momento redondo

Un 0-4 es para siempre

A Eloy Olaya le quedó grabado el primer triunfo del Sporting en el Camp Nou, en el que marcó dos goles y participó en los otros dos

Un 0-4 es para siempre

Como había ocurrido a lo largo de la historia, el Sporting se presentó en el Camp Nou como víctima propiciatoria el 28 de febrero de 1987. Tan sólo había arrancando tres empates en sus 24 visitas anteriores. La número 25 tampoco pintaba bien porque el Barcelona de Terry Venables era líder y el Sporting de José Manuel Novoa navegaba por la mitad de la tabla, a 16 puntos de los azulgranas. Pero, de repente, aquella noche de sábado las ondas -no fue televisado en directo- empezaron a llenarse de goles. Hasta cuatro marcó el Sporting, dos de ellos de un veinteañero Eloy Olaya. No es extraño que sea su gran momento sportinguista.

"Más que nada por el escenario", explica Eloy, que hasta aquella noche no se estrenó como goleador en el Camp Nou. También, lógicamente, por la entidad del rival: "Hasta ese momento, el Barcelona no había perdido ningún partido en casa y quedaban pocas jornadas. Era la temporada del play-off y esos dos puntos nos ayudaron mucho a clasificarnos". El Sporting de la Liga 1986-87 se había hecho fuerte en El Molinón, pero fuera sólo había ganado en los campos de los últimos clasificados.

Era un Sporting de transición entre el equipo que estuvo a punto de ganar la Liga y la Copa del Rey, a finales de la década de los setenta y comienzos de los 80, y el que acabaría basándose en los chavales de la cantera, en los 90. Joaquín, Jiménez, Mesa y Cundi ejercían de correa de transmisión en un equipo que empezaba a notar los problemas económicos. Para el partido del Camp Nou, José Manuel Novoa apostó por un 4-4-2 formado por Juan Carlos Ablanedo; Tati, José Luis Ablanedo, Jiménez, Cundi; Marcelino, Joaquín, Mesa, Esteban; Eloy y Lucho Flores.

"Novoa nos pidió que fuésemos valientes", señala Eloy sobre el planteamiento. "La idea era que cuando recuperásemos el balón había que salir con rapidez al contragolpe. El Barcelona era un equipo que presionaba mucho en el centro del campo y arriesgaba con la defensa adelantada". Era el estilo impuesto por Terry Venables, que le había permitido ganar la Liga en la temporada 1984-85 y llegar a la final de la Copa de Europa de 1986, perdida por el Barça en la tanda de penaltis frente al Steaua de Bucarest, en Sevilla. Frente al Sporting, Venables alineó a Zubizarreta; Gerardo, Migueli, Fradera, Manolo; Pedraza, Roberto, Esteban, Carrasco; Lineker y Hughes.

Eloy ha visto el partido entero dos o tres veces, lo que le permite explicar con precisión lo sucedido: "En los primeros diez minutos ellos fueron un vendaval. Jugaron con mucha fluidez y tuvieron unas cuantas oportunidades, sobre todo un mano a mano de Esteban con Ablanedo. Si hubiera sido gol...". Pero el guardameta gijonés ganó la partida y, a partir de ahí, el Sporting empezó a creérselo: "Jugamos francamente bien desde el minuto 15 y el primer gol fue un mazazo para ellos".

"El 0-1 les descolocó porque no estaban acostumbrados a ir por detrás", apunta Eloy, que iba a tener un protagonismo absoluto en la goleada. Tras iniciar la jugada que prolongó Joaquín y culminada por Flores, el propio Eloy lograría el segundo gol en el minuto 40, con los mismos protagonistas: pase de Joaquín a Lucho Flores y asistencia del mexicano para que Eloy marcase a puerta vacía. Pese a los dos goles de ventaja al descanso, los sportinguistas no pecaron de exceso de confianza.

Según Eloy, "en el segundo tiempo salimos con un poco de miedo porque esperábamos una avalancha". Y se repitió la historia: "Ellos arriesgaron muchísimo, pero hicimos un partido impresionante en defensa. Además, Joaquín y Mesa supieron manejar el centro del campo, dando pausa al juego y buscando un ritmo más lento. Nos dieron facilidades para las contras".

En una de ellas, casi al cuarto de hora, Eloy aprovechó una cabalgada de Mesa para batir por tercera vez a Zubizarreta. "Ahí, con el 0-3, sí que ellos se vinieron abajo y nosotros disfrutamos mucho la última media hora. Se habla de disfrutar jugando al fútbol, pero eso sólo pasa cuando te viene todo de cara, como aquella noche". Otra prueba: el protagonista del primer cambio de Novoa, Luismi, cerró la cuenta goleadora ocho minutos después de sustituir a Mesa. Y, una vez más, Eloy estaba en el ajo, al apuntarse la asistencia. Jaime, que sustituyó a Flores, participó en los últimos quince minutos de fiesta gijonesa.

A Eloy, en una nube por su actuación estelar, le dio incluso tiempo a ponerse en la piel de sus rivales: "Aquel partido es la prueba de lo desagradable que puede ser el fútbol. Los jugadores del Barcelona estaban haciendo una buena temporada, llevaban varios puntos de ventaja al Madrid y aquel día la afición les abroncó. Y en realidad lo único que ocurrió es que nosotros estuvimos más acertados ante la puerta porque ellos también hicieron méritos".

En la actualidad, un 0-4 de cualquier equipo en el Camp Nou tendría una repercusión mundial. En 1987, apenas dio para que el Centro Regional de Televisión Española en Asturias emitiera íntegro el partido el lunes. Los jugadores, según Eloy, lo celebraron por todo lo alto en el vestuario, pero apenas se encontraron con un puñado de seguidores a la llegada del autobús a El Molinón. Las grandes emociones se concentraron en aquella noche triunfal de sábado.

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