Gijón, P. G.

Armando Ribeiro de Aguilar (Sopelana, Vizcaya, 1971) se convirtió la pasada jornada en un caso atípico en el fútbol español, al dar el salto de Segunda a Primera para debutar con el Athletic, ante el Zaragoza, a los 37 años. El portero vasco vio así cumplido el sueño de cualquier vizcaíno, jugar en el equipo de su tierra. A sus espaldas carga más de catorce años de fútbol. El portero se dio a conocer en el fútbol profesional en el Cádiz, donde pasó diez temporadas y vivió de todo.

Antes de alcanzar notoriedad Armando comenzó a foguearse en Mareo. Curioso. Armando cierra así un ciclo que arrancó en la prolífica escuela gijonesa, para quemar en la mítica Lezama sus últimos años como profesional. Sus comienzos fueron en el Ugeraga, equipo de su Sopelana natal. Lotina se fijó en él para el juvenil del Logroñés, desde donde llegó al Sporting en la temporada 1993-94. En Gijón sólo estuvo un año, donde coincidió con gente como Avelino, que acabó debutando en el primer equipo.

Su trayectoria prosiguió en el Bermeo, también en Segunda B, para luego afincarse en Vitoria durante tres años para jugar con el Alavés en Segunda A. El Alavés acababa de ascender a la categoría de plata. Aunque no jugó mucho, estuvo en la plantilla que logró el ascenso a Primera en la temporada 1997-98. Antes de cumplimentar otra temporada en blanco prefirió hacer las maletas y probar suerte en el Barakaldo. En el mercado de invierno el Cádiz se hizo con sus servicios.

Desde entonces, hasta la apertura del mercado de invierno de esta temporada, Armando defendió la meta del Cádiz. Sus números lo dicen todo: 266 partidos con los de la Tacita de Plata, 25 de ellos en Primera División. Armando fue uno de los baluartes de la recuperación de un Cádiz que en Segunda B estuvo a punto de desaparecer por problemas económicos. Fue uno de los elegidos por la plantilla para negociar con el club en unos momentos en los que los futbolistas llegaron a acumular hasta cinco meses sin cobrar.

Pero el meta vasco también fue uno de los destacados en los dos ascensos casi consecutivos del auténtico «submarino amarillo», los que llevaron al Cádiz en tres años de Segunda B a Primera. Aunque el de la «Liga de las estrellas» fue un sueño efímero. Armando cuenta con un «Zamora» en Segunda División, que consiguió en la temporada del ascenso a Primera (2003-04), al encajar sólo una treintena de goles. Esta campaña iba camino de ser la última suya en el Cádiz, ya que casi no contaba para el técnico. Contreras le había quitado la titularidad y se repartía convocatorias con el argentino Limia. Fue entonces cuando Joaquín Caparrós solicitó un portero para suplir la baja del lesionado Gorka Iraizoz, dado que el entrenador del equipo bilbaíno no parece confiar en Aranzubia. Armando ha debutado con el Athletic con 37 años, a los mismos que se retiraron Iribar o Zubizarreta. El ex rojiblanco tendrá poco tiempo para ganarse a la parroquia de San Mamés, que se convirtió en la suya tras una larga negociación con el club vasco que estuvo a punto de romperse cuando se le ofreció un contrato con unas cantidades inferiores a las que percibía en el Cádiz. La afición gaditana le ha colocado entre sus ídolos junto a futbolistas como Kiko Narváez, Carmelo y el salvadoreño «Mágico» González. Y todo con el sello primigenio de Mareo.