¡Pero qué dices, chaval! Esta pasada semana fuiste portada en la mayoría de los periódicos y revistas de todo el mundo por tus opiniones, y no por tu prestigio deportivo. Tú sabes en qué siglo vives y dónde, ¿no? Estamos en el siglo XXI, y vives con el GPS, la superplay, el plasma, el móvil multiuso, el MP3É y el dinero, como rey absoluto, con el poder de algunos convertidos en genios y héroes de la mediocridad en una globalización interesada entre envidias razonadas. Sólo tienes 25 años, un balón de oro y el reconocimiento, a través de la FIFA, como el mejor jugador del mundo. Sólo tienes 25 años y, en ese mundo de trileros fantásticos y euforias equivocadas, ¿nos hablas de Dios, del agradecimiento, de la lealtad, del respeto, de la envidia como defecto y... de la virginidad para casarte con tu amada Carolina? Parece, admirado Ricardo Kaká, que eso no se lleva con este momento ni con el glamour estúpido que nos quieren imponer con olor a desinfectante. ¡Cómo se te ocurren esas cosas! El otro día pones una camiseta que decía «I belong to Jesús» -yo pertenezco a Jesús- y te quedas tan ancho; quizás al que nunca intentas dañar con tus reafirmaciones te da esa libertad y frescura envidiables que te acompañan. Por eso cuentan en Milanelo que eres tan sencillo que no pareces real y que tu magia es tan grande que solamente San Siro siente tus pisadas cuando encaras a gol.